A finales del siglo pasado, un grupo de investigadores lanzó la señal de alarma informando de los peligros del diésel para la salud en un informe voluminoso. Más de una veintena de estudios relacionaron el conocido combustible con el cáncer de pulmón en personas expuestas a los humos de su combustión. Años más tarde, en el año 2012, la OMS se sumó a este veredicto. El año pasado, el trucaje de la medida de emisiones de los coches de una conocida marca alemana (WV) volvió a poner el tema en el candelero.

Aunque quedan lejos los días en los que un humo denso y negro permitía identificar a un motor diésel, la Contaminación del aire es algo real. Aunque su apariencia no es la misma, la toxicidad de los humos de su combustión está más o menos reconocida en la comunidad científica. Varios expertos aseguran hoy que existe una polución de fondo en el aire que no proviene de la industria, sino de los tubos de escape del tráfico rodado de las ciudades.

Está apareciendo, en consecuencia, un paulatino aumento de la exigencia en las normas de control de la polución. De entrada, los exámenes para homologar los coches diésel se van a volver más duros.

El objetivo parece reducir la distancia entre las emisiones teóricas de los vehículos y las medidas reales de lo que pueden contaminar. Los expertos declaran: "Los fabricantes eligen las condiciones más ventajosas posibles para su imagen a la hora de definir el nivel de emisiones de la combustión de sus vehículos".

Aunque se trata de una práctica habitual que se considera dentro de la legalidad, las asociaciones de consumidores empiezan a mostrar su desacuerdo. Según explican, muchas de las medidas que publican los fabricantes de coches se basan en el comportamiento de coches especiales, modelos específicamente diseñados para pasar esas pruebas de la manera más útil a los intereses de la compañía fabricante, de ahí que haya una distancia importante entre estas pruebas controladas y la realidad diaria, en condiciones no tan controlables.

Se espera que a partir del mes de septiembre del próximo año una prueba de conducción en condiciones reales, más próximas a la realidad cotidiana, será obligatoria para que los fabricantes obtengan la homologación necesaria para comercializar sus vehículos. Esto debería llevar a una mejora en la calidad del aire de las ciudades en unos cuantos años.

Sin embargo, paralelamente a este incremento de la exigencia de éstos análisis y pruebas, el Parlamento Europeo ha aprobado unos niveles de emisión menos exigentes para los óxidos de azufre. Las emisiones del diésel podrán por tanto, sobrepasar los niveles legales en un 110% durante los tests de emisión en la vida cotidiana. Pero aún queda por ver qué efecto tendrá el reglamento Euro 6 sobre este asunto.

Los expertos anuncian una revisión de la conceptualización legal del tráfico rodado de vehículos de combustión. Quizás estemos ante la era del auge de los vehículos eléctricos o de una redefinición de lo que entendemos por una mobilidad sostenible.