Ahora mismo, mientras lees estas líneas, la sonda Gaia observa la inmensidad de nuestra galaxia. La gigantomaquia estelar de la Vía Láctea se muestra ante sus ojos electrónicos que fría y pacientemente escrutan, observan y registran el infinito. Las proporciones del espectáculo titánico desbordan la capacidad humana de imaginar y sentir el entorno. Es demasiado demencial como para ser pensado. Desde su lanzamiento el día 19 de diciembre de 2013, la sonda examina la galaxia de cien mil años luz de diámetro con la precisión indiferente y eficaz de un robot.
Los datos de sesenta millones de estrellas ya han sido grabados en sus chips y enviados a la tierra, con precisión notarial.
La Agencia Espacial Europea se enorgullece de un ingenio. Hoy se han registrado un millón más de estrellas, y se calcula que hay entre cien y doscientos millones en la Vía Láctea. Los representantes de la agencia declaran que jamás en la historia humana se había emprendido un trabajo censal tan monstruoso y tan ambicioso. Y exacto. Todos estos datos permitirán a los astrónomos calcular, con precisión suficiente, la distancia entre la tierra, cuna de males y hogar de todos los infiernos, y las estrellas, receptáculo mudo de sueños y utopías.
Esta medida de la distancia es de lo más importante que hay en Astronomía.
Y se trata de un dato realmente difícil de obtener. Para calcularlo hay que hacer observaciones desde la tierra durante catorce meses. Conocemos la dirección del movimiento de la mayor parte de las estrellas de la Vía Láctea pero no exactamente su distancia a la tierra. Las medidas de Gaia permitirán situar correctamente las estrellas de la vía láctea en el espacio interestelar.
Concretamente, se podrán situar de un golpe dos millones de estrellas. Los datos están al alcance de todos los astrónomos de la tierra desde este mes de septiembre.
A partir de estos datos de alta calidad se espera que aumente el número de descubrimientos científicos, publicaciones y hallazgos de planetas. Además de todo esto, el enigma de la materia oscura tenderá a esclarecerse.
Se trata de uno de los caballos de batalla de la física de los últimos años. Como colofón, se obtendrán datos muy valiosos sobre los objetos que puedan suponer una amenaza para la vida en la tierra. No habrá asteroide que sorprenda a nuestro planeta en una trayectoria mortal. Por si todo esto fuera poco, la sonda además podrá echar un vistazo a los objetos más allá de nuestra galaxia, situados a miles de años luz, como los quásares, objetos lejanísimos de colosal energía.