La musicoterapia es mucho más que notas musicales y compases, es una disciplina científica que está ocupando un lugar merecido y destacado en centros sanitarios y en colegios, escuelas y universidades de nuestro país.

Los centros de estudio de todos los niveles, desde una escuela de Infantil hasta la Universidad, están incorporando a sus planes educativos esta disciplina de gran profundidad que ya se practica con resultados muy positivos y alentadores en hospitales y geriátricos.

La musicoterapia cuenta con una sólida base científica y continúa la investigación sobre los efectos terapéuticos de la música, no sólo en personas con enfermedades como el Alzheimer, la anorexia o el autismo.

Si bien su aplicación en el entorno sanitario es profunda, su proyección va más allá y su ámbito de acción es mucho más amplio. El aterrizaje de la musicoterapia en las aulas resulta interesante por el amplio abanico de beneficios que reporta esta actividad, desde la mejora de la gestión de las emociones hasta el descubrimiento de potencialidades personales.

Precisamente la Universidad de Burgos va a celebrar un curso de musicoterapia en la ciudad de Aranda de Duero en el mes de julio con el fin de acercar a los ciudadanos un taller vivencial de esta disciplina científica.

El guitarrista y musicoterapeuta, Javier Alcántara, explica que el curso está diseñado como un proceso de autoconocimiento, donde los alumnos van a descubrir su “yo musical”, explorando con instrumentos y con la propia voz.

Alcántara señala que, en muchas ocasiones, las potencialidades de las personas se ven frenadas y obstaculizadas por conflictos internos y en esta línea tiene su campo de actuación la musicoterapia, ya que trabaja para conseguir un mayor grado de consciencia de esas limitaciones.

Una vez que se detectan esas creencias o pensamientos que limitan a la persona, el alumno puede determinar cambios positivos en su vida, incorporar creencias capacitadoras y trabajar hacia el logro de sus objetivos vitales.

Una persona con problemas de comunicación, ya sea por su condición física o mental, experimenta sensaciones novedosas a través de la musicoterapia, ya que a través de un instrumento o de los sonidos que emite llega a ser capaz de conectar y de comunicarse.

El objetivo no es hacer música, sino utilizar la música para estimular la expresión personal.

De esta forma, no se requiere tener conocimientos musicales para participar en los talleres de musicoterapia. Se requiere tener el espíritu de experimentación y conocerse uno mismo a través de la música y de las emociones que genera el elegir un instrumento o de usar la propia voz, no necesariamente para cantar, ya que cualquier sonido que emitimos tiene su sentido y su poder terapéutico.