Siempre me había atraído la idea de hacer un curso de inglés en el extranjero, no sólo por la falta que me hacía soltarme y practicarlo de verdad, si no porque la idea de estar viviendo en otro lugar con un idioma diferente por unas semanas me llamaba la atención.

Hay muchas opiniones al respecto y muchas experiencias diferentes de gente de todas partes del mundo que te darán opiniones muy diversas. Pero yo, lo que más me preguntaba era si de verdad se podía aprender inglés en tan poco tiempo, y que si, rodeada de tanta gente joven, en lugar de aprender lo que haría sería simplemente pasármelo bien, salir y disfrutar de dos semanas de vacaciones.

Pues sí, me lo pase realmente bien rodeada de gente maravillosa de todas partes del mundo, fueron dos semanas de vacaciones por qué no decirlo, de salir, reír y disfrutar, pero también aprendí muchísimo, y no solo de inglés.

Te voy a contar mi experiencia, lo que viví y aprendí, y sobre todo, te voy a explicar por qué merece totalmente la pena animarse a vivir la experiencia de aprender inglés en el extranjero.

Cómo son los cursos de inglés en el extranjero

No imaginaba cómo se podía aprender inglés en tan poco tiempo, cómo se organizarían los contenidos, si me pondrían con gente con poco nivel o por el contrario en una clase muy superior y no me enteraría de nada. Pensé que de una forma u otra, el vivir allí y tener que hablar constantemente tanto para comprar, cómo para salir a cenar a un restaurante, me serviría seguro.

Escuelas de inglés hay infinidad incluso en una misma ciudad.

En mi caso, Malta me pareció la mejor opción porque el precio era muy razonable y un país con una temperatura agradable a finales de octubre era un plus. Elegí Sant Julians ya que es la meca para estudiar inglés en Malta, una ciudad pequeña y muy turística, además de asequible.

Preferí una escuela pequeñita en la que se pudiese controlar mejor el número de alumnos y las clases no fuesen tan numerosas, y elegí Elanguest.

Me gustó muchísimo ya que es tan pequeña que al final acabamos siendo todos una gran familia, nos conocíamos, nos ayudábamos y quedábamos para hacer todo tipo de cosas. Las clases eran cómo máximo de 10 estudiantes, lo cual fue genial para llevar un aprendizaje más intenso.

En mi caso fui a finales de octubre que no había tanta afluencia de estudiantes y juntaron clases de dos niveles diferentes, pero siempre enseñaban en el nivel superior con lo que te esforzabas mucho más, de esa forma logré aprender mucho y conseguir el diploma de un nivel superior al mío.

Los contenidos y la organización de la materia era algo que me preocupaba, pero realmente no fue ningún problema, cada día estudiábamos algo diferente de una forma amena y participativa y aprendíamos vocabulario de uno u otro tema, gramática, pero sobretodo, nos hacían hablar muchísimo, estar siempre activos e intentar pensar en inglés.

Cómo es vivir en el extranjero

Vivir en otro lugar diferente al tuyo aunque sea sólo por dos semanas es maravilloso, no sólo por la desconexión que supone, si no por que aprendes muchas cosas sobre ti y sobre la vida en general. Yo compartí habitación con otras dos chicas, una belga y otra portuguesa, con lo que teníamos que hablar si o si en inglés, y eso era un punto a favor.

El hecho de vivir día a día con otras personas y en otro entorno totalmente diferente, viviendo siempre cosas nuevas, es una experiencia renovadora y muy muy recomendable.

Te da tiempo a plantearte cosas, a reflexionar, a darte cuenta de que hay otra forma de vida, de que quizás el mundo no es tal cual te lo imaginabas o tal cual lo estabas viviendo, y al fin y al cabo te llevas amigos, te llevas un mejor nivel de inglés sobretodo hablado, y vuelves renovado, pero a la vez más maduro y con ideas más claras.