Trump y Le Pen tienen muchas cosas en común: no sólo defienden un discurso xenófobo, antiélite y claramente nacionalista. Pero, su estilo y personalidad es bastante diferente. ¿En qué se diferencian y en qué se parecen dos de las personalidades más relevantes dentro de la política actual?

Si valoramos sus discursos públicos, nos encontramos con el mismo tono de voz amenazante y que busca la crispación del personal. También, las mismas promesas populistas, que aseguran garantizar las fronteras para volver a garantizar el poder de sus países. Además, ambos acusan a los inmigrantes de todos los males del mundo.

Tienen una gran facilidad para llegar hasta los votantes, ya que, les dicen lo que quieren oír y hablan de un pasado nacional, claramente idealizado.

Pero, ¿cuáles son sus diferencias? Trump dispara -en vez de hablar- sin pensarlo, sin miedo a entrar en polémicas, en muchas ocasiones, completamente fuera de lugar, que cubren los titulares (en vez de tratar temas mucho más serios y relevantes). Le Pen es una política más disciplinada, que nunca se sale del guión establecido (aunque, ambos son usuarios compulsivos de Twitter). No insulta jamás a sus competidores, a las personas que piensan diferente a ella. Tiene calculada cada una de sus intervenciones. Todo esto hace que, aunque su discurso es igual de peligroso, no se convierte en noticia de primera plana, como sí sucede con Trump.

Tenemos que tener en cuenta que Trump no es un político. Es un showman y un hombre de negocios que acaba de aterrizar en el mundo de la política. Le Pen, mientras tanto, es considerada una "política profesional"; o sea, que lleva metida en el mundo de la política toda su vida, desde pequeña. Hay que recordar que, su padre, Jean-Marie Le Pen, fue diputado en los años 50, se presentó cinco veces a la presidencia de Francia...

Otra diferencia es que, Trump sólo habla de Estados Unidos; y, Le Pen habla de Francia y apoya la nueva política de Trump, como ejemplo de buen hacer. Ambos han sabido conectar con las audiencias de clase trabajadora, que se han visto muy perjudicados por la globalización y, sin dudarlo, se han convertido en fervientes votantes.