El pasado 19 de enero hizo dos años que la democracia pudo entrar de lleno en este pequeño país del continente africano. El peso del tiempo es relativo pero, desde el país, muchos tienen la sensación de haberse quedado parados. "Las promesas se están quedando en el aire", dice Mussa Badji, natural de Gambia. Unidos como país consiguieron acabar con 22 años de dictadura, una lucha que quedó marcada bajo el movimiento Gambia has decided. Sin embargo, a día de hoy siguen esperando que esa lucha no se quede solo en tres palabras.

Pepe Naranjo, periodista natural de Gran Canaria, es corresponsal en África Occidental.

Ha sido el único periodista español que ha cubierto en terreno el fin del régimen dictatorial en Gambia. En una entrevista para Casa África explica esta transición histórica basándose en dos claves fundamentales: "La primera es la firme decisión del pueblo gambiano de cambiar las cosas. Y la segunda, destacaría el papel jugado por la Comunidad Internacional, en general y, en concreto, por los países africanos".

Costa sonriente

Lo primero que se escucha al pisar suelo gambiano es: 'Gambia, no pasa nada'. A pesar de vivir una etapa larga bajo la represión y violación de numerosos Derechos Humanos, este pequeño país es apodado como la smiling coast (costa sonriente). En un artículo publicado por Daniel Camiroaga para Vanitatis la describe como "el reflejo fiel de sus gentes que, con muy pocos recursos, regalan lo único que tienen: su sonrisa".

Tan pocos han sido sus recursos que, en 2015, ocupaba el quinto lugar en el ránking de países africanos con más emigrantes a Europa, según ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados). Ese flujo migratorio tan alto fue debido a la pobreza y las consecuencias ocasionas por su extrema dictadura. En la actualidad, esta salida masiva de emigrantes se ha frenado un poco gracias a la llegada de la democracia y, con ella, la esperanza de prosperar.

Viven de la pesca y la agricultura, aunque en condiciones precarias. La falta de agua potable y los continuos apagones de luz, no impiden que la población trate de hacerte sentir uno más en el país. Los mercados diarios a pie de calle, como el de Serrekunda, aportan miles de colores y olores a cada paso. Por otro lado, la conocida playa de Tanji desprende un potente olor a pescado desde kilómetros de distancia.

Es aquí, en Tanji, donde los hombres gambianos se adentran en la mar en sus canoas para volver al atardecer con la mayor cantidad de recursos posibles.

Cocodrilos sagrados

Unos 12 kilómetros al este de Banjul, la capital de Gambia, se encuentra pueblo de Bakau, el cual ampara la sagrada piscina Kachikally. Sus habitantes locales la consideraban un lugar venerable con poderes curativos llegando a ser, incluso, un recurso para las mujeres infértiles que desean concebir. Actualmente, continúan celebrando rituales sagrados acompañados de bailes y tambores.

Para llegar hasta esta piscina, se atraviesa un profundo bosque con grandes árboles y una peculiar fauna. Entre monos, insectos y algunas aves, en medio del sendero se observa un camino de cocodrilos.

Estos reptiles semiacuáticos son conocidos como the desert african crocodile (cocodrilos del desierto africano). Albergan multitud de leyendas que cuesta no creerse cuando se ve a todo el mundo tocándolos como si nada.

Su hábitat natural está formado por un bosque tropical que se ha mantenido intacto durante más de 400 años. Sarjo Bem, uno de los encargados de cuidar este fascinante entorno, lo describe como "un lugar mágico. La fuerza de la naturaleza aquí es superior a cualquier fuerza".