Ypres: una ciudad para descubrir y disfrutar
Es una ciudad con un pasado muy rico y variado. Durante la Edad Media fue un centro de comercio importante junto a Brujas y Gante.
Durante la Primera Guerra Mundial la ciudad encantadora quedó reducida a un montón de escombros. Luego de esa tragedia, fue reconstruida respetando las características del pasado. El recuerdo de la Gran Guerra se mantiene vivo en los museos y en sitios históricos.
Su carácter medieval se puede percibir en el acogedor centro de la ciudad o en sus murallas.
Luego de un recorrido por el casco histórico, los visitantes pueden conocer los Campos de Flandes, un área para aprovechar y saborear el famoso y delicioso chocolate belga.
Se pueden encontrar diferentes confiteros en la Plaza del Mercado, donde todos ofrecen productos de alta calidad
Además el lugar ofrece numerosas posibilidades de caminatas a través de esos Campos, tomar el Sendero del Patrimonio a través del centro, o ir por la ruta de los muelles Vauban. O también descubrir la Reserva Natural El Palingbeek.
El ciclismo es una costumbre local y para visitantes, en diferentes partes de los Fields: se puede circular a lo largo del canal Ypres-Yzer, la pista montañosa del Palingbeek o simplemente a través de Salient.
Cada uno elige la ruta de ciclismo que más le guste y por unos pocos euros alquila una bicicleta y a disfrutar.
Los campos también pueden ser recorridos en grupo y existen diferentes organizaciones que ofrecen interesantes tours guiados por los alrededores.
Como no podía ser menos en una ciudad protagonista del medievo, quienes quieran revivir la historia, cuentan con muchas iglesias espléndidas en el centro de la ciudad. La Catedral de San Martín es la que más impresiona con su torre de cien metros de altura. Así también la notable Iglesia Memorial de San Jorge.
La Iglesia Anglicana recuerda la presencia de tropas británicas durante el período de la Primera Guerra Mundial.Las Iglesias de San Jaime en el Gezelleplein y de San Pedro en la Rijselstraat también merecen ser conocidas por quienes son atraídos por el turismo religioso.
La esclusa de Boezinge dejó la marca de la huella española en su construcción en el año 1640. Obra fundamental ya que logró proveer a la población con agua potable.
La oferta hotelera es variada, según lo que cada turista pueda y desee recibir. Hostales de bajo costo para jóvenes y hoteles de lujo. Vale la pena conocer este sitio encantador.