Visitamos este cementerio-museo ubicado en el coqueto barrio de la Recoleta de Buenos Aires, Argentina.

Es uno de los lugares que, como turista, historiador o simplemente como curioso de esa disciplina, no debe dejarse de recorrer. Muchos especialistas lo mencionan como uno de los más emblemáticos y atractivos del mundo (BBC y CNN). Sus Historias son atrapantes.

Contiene las tumbas de muchos personajes notables, entre ellos la "madre de los humildes", Evita Perón, otros dirigentes políticos del país y Premios Nobel.

Su historia arranca cuando los monjes de la Orden de los Recoletos llegaron al lugar a principios del siglo XVIII.

Construyen la necrópolis alrededor de su convento y la iglesia Nuestra Señora del Pilar, en 1732.

La orden fue disuelta después de la Independencia argentina y el jardín del convento fue convertido en el primer cementerio público de la entonces aldea. Inaugurándose ese mismo año, con el nombre de Cementerio del Norte. El diseño original fue del ingeniero francés Próspero Catelin, quien también diseñó la actual fachada de la Catedral Metropolitana de Buenos Aires. Fue remodelado por última vez en 1881, por el arquitecto italiano Juan Antonio Buschiazzo.

Una de las historias que más llama la atención de los visitantes es la refiere a Rufina Cambaceres, la "Dama de Blanco", quien tal como reza su epitafio "pasó por esta vida casi como en un suspiro, en una mixtura de amor, horror y tragedia, solo Dios sabe por qué".

Muchas son las versiones y relatos sobre la vida y muerte de esta joven muchacha: se dice que fue por amor, también por catalepsia y es conocida la leyenda de que ronda por los corredores de la necrópolis...

Según se cuenta, su padre Eugenio, intentó exponer las hipocresías de la tarambana alta sociedad de fines del siglo XIX, y por ello fue estigmatizado y atacado cuando hubo de casarse con Luisa Baccichi, una simple bailarina extranjera.

De su unión nace la única hija Rufina, quien también fue víctima de las consecuencias por los pecados de sus ancestros. Cuando muere su padre, la viuda y su hija quedaron solas, heredando una pequeña vivienda en la capital argentina y una estancia en el campo.

Su infancia fue solitaria. Su madre, en medio de mil peripecias económicas, se convirtió en amante del presidente Hipólito Irigoyen, de cual relación secreta (que todos comentaban) nació su medio hermano Luis.

Ya la niña había dejado de serlo para convertirse en una hermosa mujer, muy solicitada por los jóvenes, aunque ella secretamente, estaba enamorada.

Pero como dicen por allí, "el Diablo metió la cola" y el día en que cumplía sus diecinueve años, y se había organizado una gran reunión social. Al momento en que ella se preparaba para la fiesta, una amiga le confesó un secreto que había ocultado durante años: su novio mantenía relaciones... con su madre.

Su corazón se destrozó y el dolor le provocó la muerte allí mismo. Los médicos diagnosticaron por un paro cardíaco.

Fue sepultada en la necrópolis porteña, pero el horror estaba por llegar...

Pocos días después, el encargado de cuidar las tumbas, informa que descubrió el ataúd abierto y movido de su posición.

La policía intervino y abrieron el sepulcro, encontrando allí el horroroso espectáculo de la joven con el rostro arañado. Se supone que fue víctima de catalepsia y despertó poco después en la oscuridad de su ataúd para volver a morir de la peor manera.

Aunque entonces el caso tomó los titulares de todos los medios de prensa, con la versión de que se trató de un sacrilegio con intento de robo de las joyas del cadáver, la opinión pública nunca creyó tal versión y las comidillas hablaron de que se trató del sepelio de una persona viva.

Y hay muchas más historias curiosas y escalofriantes a la vez. Ya volveremos para relatar más.