¿Sientes que no le retribuyes a la naturaleza todo lo que te ofrece? ¿Cuándo vas al súper sientes que pagas por hormonas y químicos envasados? ¿Quieres hacer algo para ayudar al planeta y no sabes como? La Permacultura es una opción en la que el ser humano convive en armonía con la naturaleza sin abusar de sus bondades.

La palabra Permacultura es una combinación de las palabras permanente, agricultura y cultura cuyo propósito es crear una comunidad con una cultura de la agricultura permanente sin abusar de la naturaleza y es económicamente viable.

Se combinan las prácticas de nuestros ancestros y el conocimiento científico moderno para trabajar en sintonía con la naturaleza en vez de destruirla.

La cultura de agricultura permanente aprovecha todos los beneficios de la naturaleza sin abusar de ella; los desechos de plantas, animales y humanos se aprovechan para beneficiar los otros componentes del sistema. Desde lo micro como plantar un árbol, hasta lo macro como la construcción de viviendas es cuidadosamente planeado y ejecutado con el objetivo de aprovechar al máximo el medio ambiente sin perjudicarlo.

Ética de la Permacultura

Los pilares fundamentales de la Permacultura son tres. En primer lugar, el ideal básico es el de cuidar la tierra.

Todos los seres vivientes y no vivientes se deben cuidar, es decir utilizar todos los recursos disponibles de forma consciente y responsable. Del cuidado de la tierra se deriva el segundo ideal: el cuidado de la gente. Esto quiere decir que las necesidades de la gente que integra la comunidad deben estar cubiertas, así no se acuden a prácticas industriales que afectan el medio ambiente.

Finalmente, la tercera premisa de la ética básica de la Permacultura es el cuidado de los recursos. Este tercer punto consiste en canalizar todos los recursos excedentes con el fin de ayudar a otras comunidades a cumplir sus objetivos pues la idea es cooperar, no competir.

Permacultura en la ciudad

Llevar un estilo de vida de agricultura permanente en la ciudad es posible, a menor escala pero posible.

No es necesario tener grandes extensiones de tierra para tener un huerto urbano propio, se pueden utilizar espacios como terrazas o patios. Prácticas sencillas como recoger el agua de la lluvia y utilizarla, comprar alimentos de huertos locales, usar la bicicleta o el transporte público contribuyen a disminuir el daño ambiental. Aporta tu granito de arena y ayuda al planeta.