El tribunal de la localidad de Old Baley está juzgando, a lo largo de estas semana, uno de los casos más horrendos de los últimos años en Reino Unido, y que llegó a conmocionar al país, cuyos ciudadanos no podían hacerse preguntas sobre si se podría haber evitado el asesinato de dos mellizos a manos de su propia madre, que sufría una depresión, para vengarse del padre de los pequeños.

La mujer está siendo juzgada por ahogar a sus mellizos de tan solo 23 meses de edad

El tribunal que se está encargando de juzgar los hechos tiene la difícil labor de tomar la decisión de hacer ingresar a la acusada en un hospital psiquiátrico o que cumpla condena en la cárcel.

La Mujer, que vivía en el condado de Kent, está acusada de terminar con la vida de sus hijos el pasado 27 de diciembre. Habría ahogado a sus dos hijos de tan solo 23 meses de edad, en una bañera, después de que su marido tomara la decisión de acabar con la relación y separarse.

Según el informe psiquiátrico presentado durante el juicio, la acusada, Samantha Ford, de 38 años de edad, hizo un acto tan cruel con el claro objetivo de vengarse de su marido y padre de los pequeños. Estaba muy dolida ante la simple idea de que la relación había llegado a su fin y sentía pavor ante la sola idea de ser madre soltera.

Pero la defensa mantiene la teoría de que la joven sufría una depresión severa que le hizo cometer un acto tan cruel, unido a que los mellizos, Jake y Chloe, nacieron tras años de intentos de quedarse embarazada que no llegaron a prosperar.

La presunta asesina intentó quitarse la vida después del crimen

Según han publicado varios medios de comunicación, la pareja había vivido, durante sus primeros diez años de matrimonio en Qatar, pero hacía poco tiempo se habían mudado a la localidad de Charing, que pertenece al condado británico de Kent, un lugar tranquilo y que parecía perfecto para criar a sus hijos. Sin embargo, Samantha no estaba nada contenta con esta situación, ya que nunca estuvo de acuerdo con dejar el estilo de vida que la pareja mantenía en Qatar y llevaba tiempo intentando presionar a su marido para volver a Oriente Medio, donde ella había sido mucho más feliz.

La ruptura de la pareja tuvo lugar en noviembre del año 2018, y la mujer se fue a vivir a otro domicilio junto a los pequeños en Castle Drive, a una casa en régimen de alquiler. Este cambio provocó que su estado de salud mental se agravase, según se ha explicado en el juicio. Incluso ha quedado demostrado que Samantha buscó información en Internet sobre métodos para quitarse la vida. La defensa ha querido mostrar que Samantha pidió ayuda, ya que semanas antes de cometer el asesinato, se puso en contacto con los servicios de salud mental de su localidad. Igualmente, después de matar a los pequeños, ella intentó suicidarse.