Negzzia es el nombre falso de la protagonista de esta historia. Una joven que ha vivido una dura historia por ser modelo en la sociedad iraní que provocó que tuviera que huir de su país y que la llevó a dormir en las calles de la ciudad de París. La joven, de 29 años de edad, tuvo que marcharse de su país, alejarse de su familia, para no recibir el castigo de 148 latigazos al que había sido declarada por la leyes de Irán.
El hecho de posar desnuda le ha obligado a pedir asilo en Europa
A Negzzia el hecho de posar completamente desnuda le ha costado ser perseguida por el Gobierno de Irán, alejarse de su familia, decir adiós a la vida que tenía en Irán, tener que huir a Europa en un intento desesperado de proteger su libertad, elección que ha resultado más complicada de lo que esperaba y que la obligó a dormir, incluso, en las calles de la ciudad de París.
La joven llegó a París hace nueve meses y logró el estatus de refugiada política el mes pasado. Su caso hizo que Christophe Castaner, ministro de Interior de Francia, reaccionase en la red social Twitter, asegurando que la joven tendría asilo político en el país galo. Pero la vida de la joven, por el momento, no ha cambiado en nada.
Negzzia, nombre falso para poder proteger su identidad, sigue viviendo las consecuencias de exponer su cuerpo como arma de rebelión. En Irán, país donde trabajaba como modelo desde que tenía 22 años de edad, la detención del fotógrafo que había realizado sus fotografías desnuda significó su condena. Cuando se dio cuenta que ese hombre la iba a delatar, cogió su mochila y huyó a Turquía, explica la joven en una entrevista para la agencia EFE.
Actualmente, la joven no se fía de nadie. Incluso, cuando su abogado se puso en contacto con ella para ayudarla, al leer su historia en varios periódicos franceses, la joven no contestó hasta un mes después, ya que estaba harta de que intentasen aprovecharse de ella.
Negzzia ha pasado varias penurias antes de llegar a París
La joven esperaba recibir ayuda, ya que el hecho de haber posado desnuda, la ha convertido en un objeto sexual en contra de su voluntad. En Estambul logró trabajar como modelo durante un año, pero finalmente la sociedad conservadora se acabó imponiendo. Decidió teñirse el pelo de color rojo y no paraba de recibir insultos por la calle, incluso, más por parte de las mujeres.
Una le llegó a morder por la calle por el mero hecho de lucir su cabello rojizo.
Tuvo problemas psicológicos, pues pensaba que los iraníes con los que se encontraba la estaban espiando o la iban a acabar delatando al gobierno iraní. Por eso decidió dar el paso y cruzar al otro lado del Mediterráneo, con París como objetivo para iniciar una nueva vida.
Durante las primeras semanas en la ciudad, toda la ayuda que le ofrecían era a cambio de sexo, y ella se negó. Se encontró sin un trabajo, sin un techo y son el poco dinero que había logrado ahorrar durante aquel año en tierras turcas. Lograr un trabajo en la moda era casi imposible, ya que no tenía sus papeles en regla y los trámites para lograr el asilo iban cada vez más despacio.
Ha intentado quitarse la vida en tres ocasiones porque la única solución que le ofrecían era que aceptase prostituirse y ella se negaba, lo que implicaba que la bloqueasen o la echasen a la calle. Por esa razón, prefirió dormir en la calle, una experiencia durísima por el frío, el hambre y la sensación de que el tiempo no pasa.
Hoy en día, se ha cortado el pelo al estilo parisino y va de casting en casting buscando una oportunidad. Un amigo que ha conocido en el gimnasio (los 400 euros que recibe del Estado los gasta en mantenerse para poder cumplir su sueño) le ha ofrecido un cuarto en su casa. La primera noche, acabó durmiendo durante 24 horas.