Su nombre no dirá nada a los lectores que no sean franceses o que conozcan la actualidad del país, pero Robert Faurisson, antiguo profesor de Literatura en la Universidad de Lyon y fallecido el domingo a los 89 años en Vichy, ha hecho reabrir las heridas mal cerradas en Francia del Holocausto y donde cientos de miles de judíos franceses murieron exterminados.

Y ocurre cuando se recuerdan algunos escritores e intelectuales franceses que se empeñaron (y se empeñan) en reescribir la Historia. Hace años, contamos en estas páginas como Éric Zemmour, polémico escritor, se obsesionó con limpiar la memoria del Mariscal Pétain, que vendió Francia a la Alemania hitleriana, contando que al parecer, el mariscal salvó a cientos de miles de judíos de acabar en los campos, sin aportar pruebas.

El último de los negacionistas franceses

Robert Faurisson era el último de los negacionistas franceses vivos, queremos decir de los que llevan negando el exterminio de seis millones de judíos desde hace muchos años. Fue juzgado y condenado por la Ley Gassot que prohíbe negar el Holocausto, considerado delito de odio. Aun así, seguía erre que erre con sus delirantes teorías, descrito así por todos los historiadores de prestigio. Falleció el domingo después de volver de un viaje a Inglaterra y desplomarse en su casa.

Se proclamó “antisionista”, que le valió el apoyo desde Irán, donde el Presidente Mahmud Ahmadineyad, también furibundo negador del Holocausto, le concedió un premio, y los antijudíos del mundo le pusieron en un altar, al decir lo mismo que otro negacionista, el escritor fascista Maurice Bardèche, el cual decía: “Se inventaron los judíos el Holocausto para justificar la creación de Israel”.

Perdió hace meses un juicio contra la periodista Ariane Chemin, quien denunció en 2012, en un artículo de opinión en Le Monde, las mentiras difundidas por el profesor. El diario vuelve a publicar dicho artículo, donde recuerda su autora todo lo que el hombre publicó y difundió.

Faurisson, en uno de sus programas de clases en la Universidad de Lyon, proponía temas como éste: “¿Los Diarios de Ana Frank son auténticos?”, aludiendo a los diarios de Ana Frank, la niña judía holandesa que describió su escondite de los nazis hasta que fue descubierta por ellos.

Se dio a conocer cuando escribió una carta a Le Monde, y el diario finalmente decidió publicarla como parte de un debate sobre el Holocausto. Su título: “El problema de las cámaras de gas”. En ella, descalificaba sin ninguna compasión a los judíos que habían sido víctimas del Holocausto y llamándoles mentirosos.

Faurisson sí pudo publicar más cartas en Vichy

No era la primera vez que escribía al diario parisino. Sus anteriores cartas fueron directamente a la papelera. Ariane Chemin describe a Faurisson como un “Megalómano, que todavía sueña con ver un día expuestas, en la primera página del diario vespertino, sus tesis delirantes sobre la inexistencia de campos de exterminio, como él habrá imaginado, en el fondo, tener una silla en la Universidad de la Sorbonne para enseñarlas”.

Faurisson encontró más apoyo en un diario de la ciudad de Vichy (donde residía desde 1957 y donde estuvo el Gobierno de la Francia ocupada), que publicaba muchas cartas suyas, con frases como que “la inexistencia de las cámaras de gas de Auschwitz es una buena noticia para la pobre Humanidad”.

La Fundación Shoah, que reúne a los judíos que no olvidan el Holocausto, celebra su muerte y muchos historiadores reclaman mayor esfuerzo en la Educación para que tesis negacionistas como las de Faurisson no sigan calando en la opinión pública, sobre todo en los franceses que siguen votando a Le Pen.