Manuel Blanco, Julio Latorre y Quique Rodríguez llevan más de dos años sin poder creer su suerte. En enero del 2016, los tres bomberos de Sevilla, decidieron invertir algo de dinero, bastante de su tiempo y mucho de su profesión en rescatar a los migrantes que intentaban llegar a Lesbos, en Grecia.
Tal vez en este relato mencione solo a Julio, Manuel y Quique, pero en la tarea que emprendieron aquel enero había más compañeros. Solo que la noche en que la patrulla elena dio con ellos, los otros bomberos no estaban presentes.
Cuentan que se habían cansado de ver en las noticias los cientos y cientos de personas que naufragaban en el Mediterráneo en busca de un futuro mejor.
Les pareció que, en sus días libres, podían colaborar con lo que sabían hacer, salvar vidas. Cada uno puso 300 euros, buscaron una embarcación que les sirviera para lo que tenían en mente y se dirigieron a Lesbos. En el 2016 era la ruta más utilizada por los inmigrantes que buscaban en Europa un lugar donde refugiarse del dolor, la violencia y la muerte.
Algunos de ellos fueron en coche, más de cuarenta horas de viaje con una embarcación detrás y la esperanza de poder ayudar. Antes, crearon Proemaid (Professional Emergency Aid), la asociación que los agruparía.
Nunca negaron sus planes, las autoridades supieron en todo momento el motivo que los había llevado hasta allí. Quiso el destino que horas antes su embarcación, la misma que habían llevado por tierra desde Sevilla se averiara.
Una ONG danesa les ofreció una suya. El propietario de ese barco corre la misma suerte que los bomberos españoles.
Los primeros días de enero de aquel 2016, en uno de los tres turnos que Proemaid había organizado para los rescates, una patrulla griega los interceptó. Julio, Quique y Manuel pasaron tres días en un calabozo eleno hasta que, tras pagar una fianza de 5 mil euros cada uno, quedaron en libertad.
Están acusados de tráfico de de personas , al igual que hombres danés que les prestó la embarcación esa noche y de tenencia de armas. El "arma" que la Fiscalía entendía como tal era el corta cabos del barco. Este delito al final ha sido retirado.
Regresaron a España con una cita pendiente con la justicia griega, cita que ya tiene fecha confirmada para el próximo 7 de mayo.
Pese a que no deberían tener problemas, ninguno de los tres bomberos ha querido regresar a Grecia. Al propietario de la embarcación le retuvieron el pasaporte, pero a ellos no. No obstante, por recomendación de sus abogados han preferido no volver, hasta dentro de 20 días cuando se realice la vista oral.
Una manera de atemorizar
Es muy probable que, el caso de los tres bomberos sevillanos, acusados en Grecia de tráfico de personas sea una manera de "asustar" a quienes estén pensando en lo mismo. Sin embargo, pese a que las rutas de las pateras con migrantes ha cambiado durante los últimos meses, el Mediterráneo sigue siendo un cementerio silencioso de víctimas inocentes.
Los tres héroes nacionales se enfrentan a una pena de hasta 10 años por el delito que se les acusa.
No son los únicos, se cree que existen hasta 50 casos similares.
Si el juicio del próximo 7 de mayo cobrara la relevancia que se merece podría terminar con una condena social a las medidas implementadas por cada Estado miembro de la Unión Europea en relación a los inmigrantes que llegan por vía marítima.
Es algo surrealista, comentan en entrevistas los bomberos, y tienen razón. Han salvado más de 1.500 vidas desde que pusieron en marcha su iniciativa. Es absurdo que ellos tengan hoy la incertidumbre de no saber qué pueda ocurrirles, en menos de un mes, cuando eran una parte de la solución.