El 18% de los adolescentes españoles, de entre 14 y 17 años, sufren una dependencia a las redes sociales. Estas cifras alarmantes tienen como consecuencia la incorporación de la adicción a las nuevas tecnologías en la Estrategia Nacional de Adicciones, aprobada por el Gobierno este viernes. El plan suma a las adicciones a sustancias -drogas- otras adicciones sin sustancia –Internet-, también llamadas adicciones conductuales.

Su vigencia hasta 2024 revela un compromiso a largo plazo por parte del Gobierno para solucionar los efectos negativos que presentan las nuevas tecnologías en los menores de edad.

El uso excesivo de las redes sociales puede provocar en los adolescentes ansiedad por la necesidad de estar permanentemente conectados, aislamiento del mundo real, reducción de las horas de sueño y cambios repentinas de humor. Todo ello puede influir en el temido fracaso escolar, en adolescentes que viven pendientes de las novedades continúas de la Red y no pueden concentrarse en los estudios.

La generación de adictos a la Red

El escritor Javier Marías decidió vivir desde hace mucho tiempo sin teléfono móvil y conexión de Internet en casa, ya que percibía estos nuevos inventos tecnológicos como dispositivos de control y de dominio. Ahora bien, ¿podríamos nosotros vivir sin nuestro ordenador y nuestro móvil?

No, porque nuestra identidad está íntimamente ligada a estos dispositivos digitales.

En este sentido, nuestro portátil y smartphone son fundamentales en nuestra vida. En el caso del móvil lo sentimos como una parte de nosotros mismos, actuaría así como una extensión de nuestro cuerpo o prótesis. Esto explicaría porque no podemos salir de casa sin el móvil.

Otro ejemplo sería cuando se nos gasta la batería y sentimos la necesidad imperiosa de cargarlo inmediatamente, como si cuando el móvil estuviera apagado nos faltara algo de nosotros.

El mal de la conexión permanente

Estamos en una sociedad red donde sentimos la necesidad de estar permanentemente conectados. Nadie puede atreverse a imaginarse cómo será nuestra vida en el futuro, pero sí podemos afirmar que estas nuevas tecnologías cada vez condicionan más nuestra existencia.

Ante este hecho, debemos ser críticos y entender que estas tecnologías han traído consigo un nuevo modo de alienación, cuando estamos sin ellas nos sentimos fuera de lugar, enajenados.

Extrañamos estos dispositivos digitales porque están dotados de un gran poder identitario. Nuestra biografía se escribe en ellos, en cada foto que subimos, página que miramos y like que damos. En los próximos años los adolescentes no comprenderán el mundo sin estar conectados.