Cyntoia era apenas una adolescente cuando fue condenada a cadena perpetua. Antes que la justicia estadounidense la obligara a pasar sus días en prisión, un Estado y una sociedad la habían sometido al peor de los abusos.

Cyntoia Brown tenía 16 años cuando asustada, disparó al hombre que la violó. Los hechos ocurrieron en la casa de este, que entonces tenía 43 años. Una madrugada del 2004, Johnny Allen llevó a la joven a su domicilio particular. Brown vivía con un joven 8 años mayor que ella que la obligaba a prostituirse.

Fue así como Allen, una vez en su domicilio, golpeó a Cyntoia y la violó.

Ella, ante la desmesura del agresor y temiendo por su vida, cogió un arma de fuego y lo mató.

Decenas de personalidades han comenzado una campaña con el hashtag #FreeCyntoiaBrown, entre las que se encuentran la cantante Rihanna y Kim Kardashian. El caso de Cyntoia pone en evidencia la hipocresía social y judicial, que en algunos países todavía responsabiliza a la víctima.

Días como el 25 de noviembre, sirven para concienciar no solo de la situación que afecta a miles de mujeres, sino de la perversidad de ciertos sistemas jurídicos que no protegen a las víctimas, ni previenen los abusos y las violaciones.