Podríamos partir de esas frases que pronuncian algunas personas que están a nuestro alrededor y han pasado por algo similar “nunca me corresponden, no ha llegado el indicado, siempre tengo mala suerte” detrás de esto se esconde el miedo, ese pequeño monstro que nos atormenta y en esta oportunidad es el miedo al compromiso.

Este miedo en la gran mayoría hace que nos fijemos y pongamos nuestros objetivos en personas con compromiso, que viven lejos, que la edad es un obstáculo, en fin, personas con las que es casi imposible ser compatible y allí encontremos nuestro refugio para crear la idea del amor platónico.

Al parecer se está viviendo una epidemia de este amor inalcanzable, y allí no se corre el riesgo de abrir el corazón y las puertas para que una persona llegue a nuestras vidas, a mejorarla y a completar eso que tanto nos hace falta y que por miedo creamos una barrera indestructible, que con los años nos vuelve fríos y con el dolor de ver a la persona que elegimos, eligiendo a otra.

Este tipo de personas se conforma con el simple hecho de tener una amistad con quien verdaderamente aman, pues teniéndolo cerca y sabiendo que esa persona está siendo feliz, al parecer es suficiente y en tal caso no se piensa en la felicidad propia y en la opción de que se elijan mutuamente para ser felices.

El ser humano en muchas ocasiones es masoquista, el dolor hace que nos apeguemos más a las situaciones a las que nos enfrentamos a diario y en el amor no correspondido no es la excepción, queremos ver a ese ser feliz, pero cuando lo vemos sonreír y que la vida de él tiene sentido con alguien más, sentimos ese dolor y sentimiento en nuestro corazón y pensamos ¿por que me duele si ya me había acostumbrado?

Algo más peligroso que el miedo al compromiso, es el llegar a caer en ese tal llamado “estancamiento amoroso” que al no bloquear ese sentimiento o al no cortar el contacto de nuestro “amor platónico” hace que perdamos miles de oportunidades y que nos transformemos en ese amor platónico de otra persona, se vive de ilusiones y nos cohibimos de la oportunidad de conocer a alguien más.

El aceptar retos renueva nuestra vida, esas mariposas en nuestro estomago solo revolotean con un sentimiento diferente, teniendo la capacidad de afrontar las situaciones amorosas que se nos presenten, no podemos negarnos la felicidad, somos los únicos capaces de revertir esta situación, y si la otra persona es feliz ¿por qué yo me he de negar a serlo?