El nombre de los huracanes ha ido evolucionando según las generaciones que los ven pasar. En un primer momento, antes del 1800, el santoral del día era quien daba nombre a las tormentas. Con el correr de los años, la religión continúo presente en estos fenómenos meteorológicos, pero prefirió los femeninos. Hasta la década del 50, los huracanes llevaron nombres de mujeres que tuvieran una figura estelar en la biblia. Sin embargo, las nuevas generaciones dejaron solo nombres femeninos, como si fuera una condición natural.

Fue un año antes de comenzar la década del 80 que el Servicio Meteorológico de Estados Unidos y otras entidades relacionadas con la meteorología decidieron que los nombres no debían ser exclusividad de un género.

Desde 1979, las tormentas suelen nombrarse de manera alterna, utilizando nombres femeninos y masculinos en el orden del abecedario.

Según un estudio publicado en el año 2014, los huracanes con nombres femeninos fueron mucho más destructivos que los que llevaban nombres masculinos. Sin embargo, el fenómeno no radica en la casualidad, sino que se los investigadores de este informe sostienen que, los nombres de mujeres producen menos temor, por lo tanto los ciudadanos toman menos precauciones.