Si bien, el término embarazo adolescente se emplea para las niñas menores de 19 años que esperan un bebé, existen varias diferencias para su análisis e incluso, investigación policial. Según la ley del país donde se produzca el hecho, las relaciones sexuales con niñas menores de 12 o 13 años es considerado como abuso sexual, en muchos casos agravado por el vínculo del abusar con la menor.

El riesgo que constituye llevar adelante un embarazo en esa franja de la vida es doble, afecta tanto a la madre, como al bebé por nacer. La vida de una joven que va a dar luz está en peligro y la de su bebé también, pero luego, las complicaciones psicológicas, familiares y sociales y esto representa, terminan por agudizar el problema.

Ana abortó cuando aún no había cumplido los 15 años, la decisión llegó de manos de sus padres y familiares más directos, en los que la niña confiaba, como su tía o su padrino. Los suegros y el novio, también tuvieron oportunidad de expresarse, pero Ana no.

Han pasado ya 10 años, "un día vino mi madre a despertarme y me dió una ropa distinta al uniforme para que me pusiera. Me dijo que no desayunara nada y me subiera al coche. No recuerdo mucho más, me desperté atontada, vieron que estuviera bien, me vestí y volvimos a casa." En el relato Ana se emociona, no ha vuelto a quedar embaraza, el novio de aquellos días, el joven de 19 años que la esperaba a la salida del colegio, fue literalmente amenazado por los padres de Ana de denunciarlo por abusar de una niña de 14 años.

Luego de pasar cumpleaños y fines de semana en casa de sus padres, al joven le ganó el miedo y aceptó el aborto.

Él ha vuelto a ser padre, se ha casado y vive en el mismo barrio donde paseaba con Ana. Ella, en cambio, a los 18 años buscó una carrera universitaria que la llevara a estudiar muy lejos de casa. No tiene hijos y no sabe si los tendrá.