Es especialmente con la llegada del divorcio, cuando los juzgados ven aumentar las solicitudes para realizar la prueba de paternidad. Suele acontecer que ante una duda instalada, el demandante (con frecuencia es el hombre) pide que se haga un examen de ADN para comprobar si verdaderamente es el progenitor del menor. La posibilidad de evitar una cuota alimentaria durante largos años, es la explicación más acertada.
Desde el 2008, algo que muchos expertos atribuyen a la crisis, los divorcios acentuaron este tipo de reclamos. La cifra que mostró records en aquellos años, se ha mantenido estable nueve años después.
Las pruebas de ADN que corroboran la filiación pueden ser hasta test caseros y los resultados en laboratorios, se pueden obtener hasta en cinco días. Los últimos estudios aseguran que el 80 % de los test realizados dan positivo, es decir que existe vínculo sanguíneo entre ambas partes.
Las pruebas no suelen ser antojadizas, según algunos encuestados, solo la piden si desde el comienzo de la gestación han tenido dudas de su paternidad. En casos de divorcios complicados, es una manera de atacar a la madre, porque la prueba conlleva de manera silenciosa una acusación hacia la mujer.