Christine Chubbuck murió en julio de 1974, tenía aún no había cumplido los 30 años, tenía una carrera prometedora en el periodismo. Para algunos, su carrera (paradójicamente) cobró fuerza cuando, decidió suicidarse en directo mientras presentaba su programa de televisión.

No existe, probablemente, una imagen similar en la televisión. Una presentadora quitándose la vida “a pedido expreso de sus jefes” o haciendo un simulacro que falló. Aunque todo hace prever que Christine quiso suicidarse en vivo y en directo, sus últimas palabras siempre han sembrado la duda.

¿Qué llevó a su muerte?

La depresión de la joven periodista era algo conocido por su familia. Christine vivía en un mundo que le resultaba incomprensible. A los 29 años, aún era virgen, no contaba con amigos o una vida social que pudiera abstraerla de su tristeza. Según ha contado su hermano, la familia gastó más de un millón de dólares en tratamientos para ayudarla a combatir la enfermedad. Christine se sentía sola y el mundo parecía aislarla aún más. Meses antes de su muerte le extirparon un ovario y le dieron muy pocas esperanzas de poder tener hijos. Algo que ella anhelaba, pero la enfermedad y su incapacidad para relacionarse la deprimieron más todavía.

Christine era voluntaria en el hospital de niños de la ciudad, semanalmente recreaba con marionetas pequeñas obras con mensajes llenos de valores y esperanza.

Estaba enamorada de un compañero de trabajo, que tenía pareja y era incapaz de sociabilizar de una manera efectiva. Sin embargo, su funeral fue masivo. La policía local, departamento que ella seguía desde hacía años para su trabajo, acudió compungida.

Cuatro años de quitarse la vida, lo había intentado. Días antes de su suicidio bromeó con un compañero de trabajo sobre ello.

Christine había dado muchas pistas, pero todas fueron interpretadas tarde.

La noche del 15 de julio de 1974, ella misma elaboró el guión de su programa. Presionada y horrorizada por el pedido del director de la cadena de generar más imágenes sangrientas y de no dejar escapar la violencia que tanto morbo y audiencia le generaba, la joven le dio el gusto.

Leyó temblorosa el anuncio de su propia muerte, luego sacó el arma que sostenía debajo de la mesa y se disparó en la cien. Sus compañeros de trabajo no creyeron lo ocurrido hasta varias horas después, cuando declararon su deceso en el hospital. El director del programa supuso en todo momento que había sido un simulacro de la periodista por complacer, de alguna manera, los pedidos de su jefe.

Han tenido que pasar más de cuarenta años para que, la historia de su final, llegue al cine. El desembarco de dos películas contando la vida de Christine es una manera de poner en tela de juicio a los medios de comunicación. El hasta dónde se puede llegar, la vulnerabilidad, el precio del rating y la fragilidad humana.

El festival de Sundance del pasado año, presentaba estas dos películas contando la historia de la periodista estadounidense que una noche se quitó la vida frente a sus televidentes. Al igual que pasara con Capote e Infame, dos cintas que coincidieron en tiempo y lugar sobre la vida del prestigioso escritor, los últimos días de la joven promesa del periodismo llegaron al mismo tiempo a la gran pantalla.

Luego, en marzo de este año, se estrenaron en España ambas cintas, gracias al festival de cine América que anualmente se celebra en Barcelona. Christine, es la ficción que narra la vida ya adulta de la presentadora y su suicido en directo. Está protagonizada por Rebecca Hall y a la familia Chubbuck no ha terminado de parecerle correcto lo contado.

La otra cinta centrada en Christine es Katie plays Christine, un documental dirigido por Robert Greene.