El mediodía de este martes se ha realizado un paro masivo de conductores de taxis para reclamar contra los vehículos de alquiler.

Valencia, Barcelona, Madrid han sido solo algunas de las principales ciudades del país que se han sumado a la Protesta contra Uber y Cabify. Los aeropuertos del Prat y Barajas han ofrecido solo un servicio mínimo a los clientes desprevenidos que esperan por llegar a destino.

Cerca de 600 taxis se han trasladado desde Barcelona hasta Madrid, para poder sumar fuerzas al reclamo del sector. Lo que el gremio considera es una competencia desleal por parte de empresas que durante los últimos meses han crecido exponencialmente, ha tenido este martes un momento clave.

Cada localidad ha determinado una franja horaria y un tiempo determinado para dejar de prestar servicios. En la capital el paro ha sido extenso, desde las 6 de la mañana hasta las 18 horas. Barcelona lo hizo a lo largo del día, solo han podido acceder al servicio de cobertura especial los hospitales y los servicios sociales para trasladar urgencias de personas con movilidad reducida.

Aunque muchos conductores han decidido trasladarse hasta Madrid, donde se ha congregado el grueso de la manifestación, otros como en La Rioja solo han parado durante 3 horas por la tarde y la Comunidad Valenciana lo ha hecho de 12 a 14 horas.

La Federación Española del Taxi (Fedetaxi) ha hecho entrega en el Congreso de los Diputados del documento "Propuestas a favor del Servicio Público del Taxi en España".

Algunas de estas medidas sugeridas por los taxistas es la creación de una plataforma pública y digital y planes de ayuda para el personal que quiera abandonar el trabajo de conductor.

Mientras tanto, los principales acusados por los taxistas, las plataformas de Uber y Cabify, han mantenido su trabajo con normalidad, la segunda empresa ha cancelado los pedidos digitales, solo funcionaban (a raíz de la alta demanda) con los pedidos inmediatos a pie de calle.

Comprar una licencia de taxi ronda los 150 mil euros, y conlleva una serie de trámites como la certificación de que el conductor del vehículo no tiene antecedentes penales.

“He dejado de tomar taxis, por desconfianza y fastidio” argumenta Marta, que tiene que coger un vehículo dos veces a la semana. “Termino de trabajar a las 20,30 y a las 21 cierra la guardería de mi hijo, tengo media hora para ir de Puerta de Toledo hasta Chamberí.

En metro podría hacerlo en 20, 25 minutos, pero en taxi podría estar en 10. La mayoría de las veces, el conductor demora más que el transporte público, cuando no sabe cómo llegar y se guía por las indicaciones del GPS”, cuenta Marta con fastidio.

Es la queja más habitual de los que antes usaban taxis y poco a poco han optado por los nuevos servicios de vehículos de alquiler. El temor al que el taxista “pasee” al cliente, es tan antiguo como la profesión, pero lamentablemente, en muchos casos también es cierto.

“He llegado a pagar por un mismo recorrido, 5 y 9 euros” manifiesta Marta quien acaba de instalarse la aplicación de Cabify.

David Gutierrez vive una situación similar a la de Marta, dos veces por semana tiene que tomar un vehículo desde el centro de Madrid hasta Fuencarral.

“Lo que más me gusta del servicio de Cabify es el sistema y que no hay que hablar con el conductor. En los taxis uno tiene la sensación de un silencio incómodo si no interactúa con el chófer, en cambio con los de este sistema es distinto. El precio es otra de las ventajas que le encuentro. Sabes desde un primer momento cuanto va a costarte el viaje, haya caos de tránsito o esté cortada la Gran Vía, el valor de tu viaje no varía por contratiempos.”