Hygge es el término de moda para los amantes de la buena vida y los que buscan cómo lograr la felicidad. De origen danés y una casi imposible traducción literal al español, esta palabra resume los motivos que llevan a la felicidad.

El Hygge es de fácil aplicación en el día a día, no requiere de un gran presupuesto, solo es cuestión de predisposición. Podríamos pronunciarla como hu-ga, el término exacto que más se le asemeja es el de acogedor, y de eso se trata la filosofía hygge, de sentirse feliz en casa.

Lejos de lo que podría pensarse, este estilo de vida que incluye como axioma principal disfrutar de pequeños placeres cotidianos, tiene adeptos de las clases sociales.

Porque una buena taza de té o ver llover por la ventana de casa es asequible a cualquier estrato social. De eso se trata, de ser consciente del momento que se vive y disfrutar de un abrazo, una comida con amigos o de leer un libro.

En un comienzo se atribuyó esta manera de vivir a los gélidos inviernos daneses, sin embargo, Kayleigh Tanner, autora y creadora de un blog especializado en este tema, asegura que no es la única razón. Sí es cierto que la mayoría de actividades de este movimiento que devuelve y perpetúa la felicidad, es dentro del hogar. No solo se puede ser hygge, en la armonía del hogar.

Como muchas otras disciplinas, el bienestar personal contribuye de manera inequívoca al bienestar general.

Tal vez, el rédito que han sabido sacarle al mal tiempo, ya sea digno de admiración. Mientras países con climas similares como Finlandia, tienen la tasa más alta de suicidios, los daneses han aprovechado sus 4 horas de sol diarias en invierno para convertir sus casas en paraísos mentales.

La arquitectura y la decoración tiene un rol fundamental en esta forma de vivir.

Priorizan los colores cálidos, que trasmiten energía y bienestar, como el rojo o el naranja. Cuanto más abierto y minimalista es la ambientación, más lejos de una sensación acogedora se está. Por lo tanto, los diseñadores de interiores que practican el Hygge, aconsejan espacios pequeños, con hogares y chimeneas si es posible, ventanas por donde pueda ingresar la luz solar y velas que acompañen el té o la lectura.

Lo reconfortante de la vida familiar que proponen los daneses, no solo está en las reuniones con amigos, sino en preparar un espacio físico para cuando eso suceda. La mayor parte de las personas que practican este método, aseguran que durante el día y pese a las obligaciones, también se puede disfrutar de el. Para Helen Russell, especialista en esta filosofía y autora de “el año que vivimos a lo danés”, solo se trata de ser buenos con nosotros mismos. De darnos pequeños gustos personales, y de saber distinguir qué nos hace felices y aplicarlo. Defensora de un estilo simple y sencillo de vida, asegura que las situaciones que más placer provocan en el ser humanos son gratuitas y están relacionadas con el compartir.

Ben-Shahar catedrático de Harvard asegura que nada aleja más a la felicidad que obsesionarnos con la idea de que sea eterna. Y sostiene que, probablemente, la verdad felicidad está ya al lado de quién la busca, con la familia, los hijos, los amigo.