Este pasado 24 de febrero, el copiloto de la aeronave de PamAm que colisionó con un Boeing de KLM en Los Rodeos, hace 40 años, fallecía a los 79 años.

Muchas veces recordó lo sucedido aquel 27 de marzo de 1977. En el blog que asiduamente redactaba, comentó que cuando comprendió que no podían hacer nada, cerró los ojos y se agachó. El autoreflejo y ruido ínfimo que el impacto provocó lo hizo creer que lo habían logrado, que apenas había sido un roce. Sin embargo, la ilusión apenas le duró segundos, cuando se incorporó y miró a su alrededor, la aeronave que los había embestido ardía.

Algunos investigadores creen que el piloto del KLM había llenado los tanques de combustible para acelerar la vuelta. Nadie salió con vida de aquella aeronave. Robert Bragg, el copiloto que por unos instantes creyó que el choque no se había producido, aseguró hasta último momento que la culpa no había sido ellos y que no tenía traumas por lo ocurrido, pese a que no podía olvidarlo.

Con los meses volvió a su trabajo, hasta que se jubiló más de 20 años después.