Para muchos, las navidades recién acaban con los panecillos de San Antón. Aunque el origen de este alimento no tiene una sola presunción, la receta suele ser similar. Se cree que estos panes podrían haber alimentado al Santo durante su estancia en el desierto, pero otra teoría sostiene que se le entregaban al Santo como agradecimiento tras la bendecir y curar a los Animales.

Suelen comerse cada 17 de enero, luego de la celebración religiosa, sin embargo y como todo el misticismo que rodea la figura de Antón Abad, también se cree que traen prosperidad y riqueza. Por ello es frecuente, que muchos devotos guarden junto con una moneda estos panes, durante todo el año.

De elaboración sencilla y pocos ingredientes, los panecillos de San Antón se caracterizan por la cruz que se imprime sobre ellos, además de por su peculiar sabor.

Hasta el mismo día 17, la iglesia de San Antón los tiene a la venta para todos los que quieran colaborar con las obras del Padre Ángel y pedir la protección de sus mascotas.