Adèle Haenel es una actriz francesa que ha participado en una de las películas de su país que más gustaron en el último Festival de Cannes, aunque solo ganara el premio al Mejor Guión: “Retrato de una Mujer en llamas”, apasionada y contenida historia de amor lésbico ambientada en la Francia de 1770 con un reparto exclusivamente femenino. Compartía protagonismo con Noémie Merlant. Una pintora tiene que convivir con otra mujer para hacerle un retrato, sin que lo sepa, y enviárselo a su prometido. Pero ella no se quiere casar. La pintora se irá enamorando de la modelo.

Haenel se une al 'Me Too' asegurando que ha sufrido acoso sexual por parte de Christophe Ruggia

Ha ganado dos Premios César, en dos categorías diferentes, y desde hace tiempo mantiene una relación sentimental con la propia cineasta de “Retrato de una mujer en llamas”, Céline Sciamma.

Pero Haenel ha decidido contar una triste historia personal que le ocurrió cuando empezaba su adolescencia. Animada por colegas de Estados Unidos que lo cuentan gracias al Me Too. Y sobre todo por ver la polémica serie documental donde se cuentan los posibles abusos sexuales a niños que el desaparecido cantante Michael Jackson habría cometido.

Ha manifestado que el cineasta Christophe Ruggia, con quien debutó en el Cine en 2001, en la película “Les Diables”, le realizó tocamientos durante dicho rodaje y tiempo después de finalizado.

Entonces, Adèle tenía 12 años, y Ruggia 36, cuando empezó todo esto.

Lo ha contado con detalle en el portal de investigación Mediapart, y todo ello ha revuelto y alterado el mundo del cine francés. No es el primer caso que estalló en Francia desde que el Me Too empezó: otros actores y cineastas como Gérard Depardieu, Luc Besson o Abtellatif Kechiche han sido acusados de acoso sexual.

Incluso un grupo feminista boicoteó en Cannes un homenaje al actor Alain Delon, acusado de menospreciar a las mujeres en todos sus años de carrera.

Ruggia ha sido expulsado de la Sociedad de Realizadores de Películas

Yo me sentaba siempre en el sofá y él frente a mí en el sillón.

Él se acercaba al sofá, me rodeaba, me besaba en el cuello, olía mi pelo, me acariciaba el muslo llegando a mi sexo, y empezaba a meterme mano bajo mi camiseta hasta llegar al pecho. Él estaba excitado, no paraba, le pedí que parará, pero no quería, e hizo falta que me cambiara de lugar”, asegura Adèle Haenel.

Pasó muchos años con una depresión y con falta de confianza en sí misma, temiendo “decepcionar a mis padres”. Pero el acoso de Ruggia hacia ella se convirtió en “permanente” desde aquellos días, y duró unos tres años, hasta que desde 2005, ella y Ruggia nunca volvieron a dirigirse la palabra. Nunca se atrevió a denunciarlo a la Justicia, pues no confiaba en ella, “sólo uno de cada mil casos de violación es condenado”, dice.

Además, el miedo que sintió entonces la “paralizaba”.

El acusado ha respondido a través de sus abogados, negando “categóricamente” las acusaciones: Niega haber mantenido relaciones con una chica que entonces era menor de edad”. Dice “haberse equivocado en jugar a Pigmalion”. Ruggia ha sido expulsado de la Sociedad de Realizadores de Películas (SRF, en francés). Colegas como la actriz Marion Cotillard han aplaudido las declaraciones de Haenel.

Mientras, a Hollywood ha llegado la historia, y medios como Variety se preguntan por qué pasa esto, viéndolo con esa diferencia cultural entre ambos países, Francia y Estados Unidos. Al leer lo que cuenta Adèle Haenel, que antes no se supiera, lo enmarcan en la tradición francesa de no explicar públicamente la vida privada de las personas implicadas”. Y recuerdan casos que antes era tabú contarlos dentro de la sociedad francesa.