Hace ya cinco décadas del terrible asesinato de la actriz Sharon Tate. Su muerte cambió, para siempre, la sociedad de Hollywood que, hasta ese momento, era demasiado inocente y glamourosa. Parecía que nunca iba a pasar nada malo en la ciudad donde se creaba la mayor parte de las películas de moda y donde se movían grandes cantidades de dinero.

Todo tuvo lugar durante la madrugada del 9 de agosto del año 1969

La secta liderada por Charles Manson logró entrar en la vivienda del director Roman Polanski donde se había mudado con su joven esposa durante el mes de febrero, o sea, solo seis meses antes de que tuviera lugar el crimen que nadie ha sido capaz de olvidar.

Cielo Drive, el nombre que tenía la vivienda, era el lugar donde solían quedar los artistas y las grandes personalidades de la industria del Cine. Hasta la vivienda llegó un Ford Falcon de color amarillo, donde iban Charles Watson acompañado por tres mujeres, Linda Kasabian, Susan Atkins y Patricia Krenwinkel con el claro objetivo de matar. Tras la medianoche, los jóvenes habían logrado cumplir con su objetivo: le habían quitado la vida, llevando a cabo un ritual, a varias personas entre las que estaba Sharon Tate.

Sharon Tate estaba embarazada de ocho meses y rogó por su bebé

Tras el juicio, quedó claro que la autora material del asesinato de la actriz fue Atkins que, dentro de su locura, llegó a introducir sus dedos en una de las graves heridas de la actriz para poder probar el sabor de la sangre.

A continuación, empapó una toalla con la sangre de la actriz y escribió una serie de mensajes en la pared de la vivienda, llamando cerdos a las víctimas.

Cincuenta años después, el crimen vuelve a la actualidad gracias a la película de Quentin Tarantino, que ha tratado el asesinato en “Érase una vez en Hollywood”. En el año 1969, la joven llevaba menos de un año casada con el talentoso director Roman Polanski y había realizado una serie de pequeños papeles en algunas películas de la época.

Muy tímida, aunque muy bella, llegó a Hollywood de la mano de su primer novio, Richard Beymer (Tony en el musical “West Side Story”). Gracias a su belleza logró ganar varios concursos de belleza y una de sus primeras películas, “Eye of the devil”, que trataba el mundo del ocultismo durante los años sesenta en los Estados Unidos.

Según varios periodistas, la joven no vivió un matrimonio feliz con el director, ya que la actriz era creyente y quería llevar una vida más tradicional. Además de que el director seguía conquistando a otras mujeres a espaldas de Sharon Tate. A pesar de todo, la actriz se convirtió en el mejor ejemplo de la época de California donde todo eran fiestas, sonrisas, sol y hippies.