Samanta Villar se ha especializado en presentar gente muy “peculiar” en su programa, “La vida con Samanta” que se emite en Cuatro.
En este caso, la gran protagonista del programa ha sido Erika, la Mujer que es capaz de enamorar, de manera literal, de objetos. Actualmente, comparte su vida con un monopatín al que llama Calypso con el que ha iniciado una relación sentimental desde hace seis semanas.
Erika vive una sexualidad objetual
Según explica la propia Erika, la sexualidad objetual es que tiene relaciones importantes con objetos y no es capaz de tenerlas con personas.
En la última edición de “La vida con Samanta”, la periodista se centró en el mundo de los deseos, con una protagonista muy especial: Erika, una joven que se enamora literalmente de los objetos, no de las personas.
Según ella admitió la gente que le rodea piensa que la sexualidad con objetos es una enfermedad mental, una obsesión, pero no es lo que le sucede a ella. Erika explicó que es una mujer que no siente atracción hacia las personas, solo hacia los objetos.
Por ejemplo, la joven dice haberse casado con la emblemática Torre Eiffel y que se enamoró del puente que recorría todos los días para ir al colegio cuando era una niña. También llegó a tener una relación con una grúa y, desde hace unas semanas, con un monopatín al que le ha puesto el nombre de Calypso.
La joven explica que lleva seis semanas con ella (como es una tabla, se refiere a ella en femenino), pero no sabe cuánto tiempo estarán juntas, ya que nunca se sabe cuánto durarán las relaciones, en general.
La joven se fue a vivir a Berlín por una grúa
Reside en Berlín, donde buscó un trabajo después de enamorarse de una grúa, pero la obra se terminó y no volvió a encontrarse con ella.
Villar la llevó a las obras de la catedral de la Sagrada Familia en Barcelona, donde pudo encontrarse con una grúa exactamente igual a la que la enamoró. La joven se mostró muy emocionada, incluso, con lágrimas en los ojos al recordar a aquella grúa.
Erika explicó lo que significa la sexualidad objetual. En su caso, ella solo es capaz de mantener relaciones relevantes en su vida con objetos y no con personas.
Para ella el monopatín no es solo una tabla de madera con ruedas, también mantiene una relación romántica, emocional y espiritual con ella. La joven lleva manteniendo relaciones con objetos desde que tenía 14 años de edad y el monopatín es la séptima compañera con la que comparte su vida, la quiere y está segura de que lo que siente es amor, que está enamorada de un monopatín.
También comprende que la mayor parte de la gente no es capaz de entenderla, pero solo pide que la respeten. La única diferencia que hay en las Parejas que ella elige "es que no son una persona, son un objeto".