La boda tenía todos los ingredientes de un cuento de hadas. El enamorado y algo nervioso novio, esperaba a su futura esposa junto a su hermano William, heredero del heredero al trono de Inglaterra. Los dos hermanos siempre han estado muy unidos y William ha sido un gran apoyo para ayudar a Harry a superar los escollos de una unión políticamente incorrecta con una afroamericana actriz de Hollywood y por si fuera poco, divorciada.
Lady Diana, que falleció en extrañas circunstancias cuando los príncipes apenas entraban en la adolescencia dejando un hueco en sus vidas imposible de llenar, ha estado no obstante siempre presente en ellas y seguramente un matrimonio afortunado pueda dulcificar su carencia.
La llegada de la novia
Meghan Markle llegó en un precioso Rolls Royce granate y negro, acompañada de dos pequeños que hacían las veces de pajes, encargados de llevar el espectacular velo que la novia lucía. El vestido con escote en barco, diseñado por la directora creativa de Givenchy, era de una gran sencillez y sin duda la favorecía.
En la mano izquierda lucía el anillo de compromiso diseñado por Harry con un enorme diamante de Botsuana y dos diamantes pertenecientes a lady Di. Su cabello iba recogido en un moño bajo muy trabajado y en la cabeza lucía una tiara, la más sencilla de la corona, casi una diadema; que había pertenecido a la madre de la reina Isabel II, la reina Mary, abuela de su futuro marido.
La novia subió sola la escalinata que la llevaba a la iglesia y avanzó también sola por el largo pasillo camino del altar. Su madre se encontraba entre los asistentes pero no así su padre, oficialmente por problemas cardíacos, aunque está claro que el haber vendido fotos de su hija era motivo más que suficiente para la realeza británica para que no estuviese presente en la ceremonia.
Por expreso deseo de Meghan, el príncipe Carlos heredero de la corona y padre de Harry, solamente la llevó durante los últimos metros de pasillo al altar, pero no la entregó a Harry como hubiese hecho su padre.
Las miradas de los novios cuando Harry le quitó el velo no dejan lugar a dudas de que ambos están enamorados. Harry al parecer y según expertos en lectura de labios, le dijo: “Estás espectacular”, mientras ella sonreía y lo miraba con arrobo.
El beso a la salida de la ceremonia fue muy celebrado por el público que se agolpaba a las puertas de la iglesia. Ya eran marido y mujer y se les veía, relajados y felices.
Un paseo en carruaje
Harry y Meghan ya como marido y mujer, han paseado en carruaje a través de la ciudad de Windsor saludando a la multitud, para después dirigirse al lugar donde tuvo lugar el banquete nupcial.
Al enlace y con la modernidad que caracteriza a esta pareja acudieron David y Victoria Beckam, amigos íntimos de los novios. George Clooney y su esposa, la televisiva Oprah Winfrey y también las ex novias del príncipe, algo bastante curioso.
Los nuevos duques de Sussex
Este es el título nobiliario concedido por la reina de Inglaterra al nuevo matrimonio.
Harry seguirá siendo príncipe y su esposa tendrá tratamiento de Alteza Real como duquesa de Sussex.
Harry es además conde de Dumbarton y barón Kilkeel, ambos títulos nobiliarios vinculados a Escocia e Irlanda del Norte y será la denominación que recibirá cuando viaje a esos territorios.
El viaje de novios
Los duques de Sussex no se irán enseguida de luna de miel en lo que parece será un periplo por África. De momento permanecerán una semana en Inglaterra para que Meghan y su madre puedan disfrutar unos días de su mutua compañía.
África y concretamente Botsuana fue testigo de la primera escapada romántica de la pareja y de sus minas es el diamante que adorna el anillo de compromiso.
Por eso vuelven ahora, ya como marido y mujer a disfrutar del paisaje, safaris, contemplar nuevamente las estrellas y relajarse ya que a su vuelta les esperan múltiples compromisos oficiales.