Los seguidores de series para adolescentes podrán recordar la mítica "Compañeros" y su sucesoras: "Física o Química" y la más reciente, "Merlí". Algunos también podrán hasta recordar "Skins", la serie británica que tuvo, como no, su versión norteamericana.

Pues bien, todos aquellos "seriéfilos" amantes de los dramas adolescentes pueden ir apuntando un nuevo nombre, "SKAM" (vergüenza, en noruego). La serie que ya consta de cuatro temporadas ha sido un éxito rotundo en Noruega, donde no sólo se emitió por la cadena estatal NRK y su propia página web, sino que además su estrategia transmedia conectó como nunca antes con el público adolescente.

Aquí, las claves de esta serie que ahora prepara varias adaptaciones alrededor de Europa.

Verdad de la buena

Uno de los puntos clave del éxito de "SKAM" ha sido el enfoque natural por el que su creadora Julie Andem apostó al escoger de entre 1.200 estudiantes noruegos, sus personajes principales. A partir de allí, la directora empezó a esbozar los protagonistas basándose en la propia personalidad de los jóvenes actores amateurs.

Esta naturalidad además es apoyada por historias reales que sucedieron a adolescentes noruegos, por lo que las narraciones resultan genuinas y, en consecuencia, conectan muy bien con el público adolescente al que van dirigidas.

En definitiva, historias muy cuidadas que muestran las dificultades de crecer durante la adolescencia: dudas sobre la sexualidad, problemas con las drogas, padres ausentes... La temática de siempre vista desde una óptica nueva y original.

Una serie 100% transmedia

No obstante, el verdadero éxito de "SKAM", más allá de su potencial narrativo y el talento de sus actores, yace en su estrategia transmedia. Esto es, la serie decidió desde un inicio partir de la base que los jóvenes en la actualidad viven conectados a diversas plataformas, por lo que sus interacciones, su manera de consumir contenido y la forma de comunicarse también se ven afectados por esta diversidad de canales.

Desde Instagram, pasando por Tumblr o Messenger, los jóvenes de "SKAM" no sólo utilizan estas plataformas, sino que toda la serie se desarrolla a partir de ellas.

Los creadores idearon un contenido planificado al milímetro que permitiese esta interacción brutal entre la ficción y la realidad de las redes, conectando como nunca con su audiencia.

Así, cada día en la página web de la serie se compartían pequeñas pepitas audiovisuales de entre 2 y 10 minutos, que se reunían al final de la semana en un clip de unos 30 minutos de duración. Con ello, se transmitían no sólo la inmediatez de lo sucedido en la serie, sino la idea de continuidad diaria; como sucede con los amigos en el instituto, a los que vemos cada día y con los vivimos diferentes experiencias.

Por si todo esto fuera poco, cada personaje posee su propia cuenta de Instagram y Facebook con las que interaccionan de manera real, siendo una extensión más de la propia narración del capítulo.

Por ello, si en el episodio los jóvenes salen de fiesta y son las 22:30h y los personajes se hacen una selfie, ésta se sube a uno de sus perfiles en tiempo real. Lo mismo pasa con los trozos de episodio que se suben en la web: si la escena sucede durante la pausa de mediodía, el clip se sube a la plataforma a mediodía. En definitiva, un contenido planificado al detalle, relevante, auténtico e impulsor de la trama.

Adaptaciones en toda Europa

Sutil y estilísticamente bella, "SKAM" ha sabido incorporar y ayudarse maravillosamente bien de las ventajas de las redes sociales, ganando esa conexión directa con una audiencia que no sólo publicita su contenido sino que además, lo nutre. Es por ello, que muchos otros países han querido adaptar esta pieza audiovisual que es capaz de llegar a un público adolescente, uno de los más difíciles a atraer.

Con más de 1,2 millones de visitas en su página web y más de 1 millón de personas visionando el capítulo final los viernes por la tarde en Noruega, parece lógico que muchas productoras de alrededor de Europa y EE.UU. hayan querido adoptar su exitosa fórmula.

Alemania, los Países Bajos, Italia, Francia o España (se verá en Movistar +) han preferido adaptar la historia a su propio contexto cultural, consiguiendo los derechos de la serie juvenil, según confirma Thor Gjermund Eriksen director de difusión de la cadena NRK. Además, otros países como Dinamarca, Suecia, Islandia y EE.UU., también han conseguido comprar los derechos de la serie. ¿Conseguirán sus adaptaciones emular el éxito de la original?