Una de las frases que la televisión en su versión más polémica ha tomado del mundo del fútbol es el dicho que reza que "lo que sucede en el campo, se queda en el campo". Una expresión que viene a resumir que, por mucho que se pueda decir en pro de generar polémica y conseguir audiencia, es decir, por un fin concreto en el plató, una vez se apagan las cámaras no debe influir en la relación personal de quienes están involucrados.
Algo que parece no ser tan sencillo de desligar dado que, a menudo, parte de la audiencia que ven en determinados personajes televisivos sus acompañantes cada tarde, se toma más en serio que los propios afectados las broncas y los líos que estos venden a cambio de dinero.
Y si no que se lo pregunten a uno de los pesos pesados de Sálvame como viene siendo desde que comenzara el año el bueno de Gustavo González, quien en el último mes ha empezado a evidenciar serios problemas físicos y psicológicos a raíz de los constantes jaleos y líos que mantiene con muchos de sus compañeros y, lo que es peor, en la calle.
Tal y como el fotógrafo reconocía en su última aparición pública, cada vez se le está haciendo más insostenible su situación como personaje público. Y es que, aunque sabe que algunos de sus compañeros lo saben llevar mejor, este no se acostumbra a que todo el mundo opine de su vida privada, le diga lo que tiene que hacer o, también, sobrepase todas las rayas rojas con él.
En este sentido, este revelaba que su situación se está haciendo cada vez más límite al ver cómo muchos de los seguidores del programa o de las revistas de papel cuché le están insultando ya no solo en las redes sociales, donde nadie se salva de que le pongan a caer de un burro, sino en la propia calle.
Las señoras se ceban con Gustavo
En palabras del paparazzi este llevaría recibiendo insultos y todo tipo de improperios un tiempo.
Algo que no solo viene de gente que aparentemente le pudiera plantar cara durante un careo en plena vía pública, sino de perfiles que jamás se hubiera pensado.
Según Gustavo González la cosa se está yendo tanto de las manos que "incluso las señoras mayores se atreven a gritarle cosas muy fuertes", tal y como recogen nuestros compañeros de OK Diario en una información en la que se desliza que su final como colaborador podría estar más cerca que nunca.
Si algo está claro es que, además de que hay maleducados en la calle, no todo el mundo vale para trabajar en Sálvame y Gustavo no parece estar hecho de esa pasta.