Hoy vence el contrato de Carlos Lozano en Sálvame y nadie duda de que el defensor de los espectadores del programa debe seguir como sea, haciendo de contrapeso del discurso oficial de los colaboradores que, unidos en un mismo bando, quieren hacer comulgar con ruedas de molino a propios y extraños en su único beneficio.

Una figura, la de defensor de la audiencia, que asumía después de que la dirección decidiese dar descanso a María Teresa Campos, la benévola predecesora en el cargo que aportaba entre poco y nada, y que se ha revelado tan necesaria para alimentar las voces críticas al programa como capital en términos de audiencia.

Y es que a estas alturas pocos dudan de que cada vez que este se deja caer en el plató para poner en el sitio a los endiosados tertulianos del programa de corazón de Telecinco y que hagan lo propio con él sube el pan... y por qué no decirlo, la audiencia, las visualizaciones del programa en internet y todas las noticias que generan entorno al ruido que este provoca dejándose caer por el plató.

Un trabajo que no resulta para nada complicado cuando sabes de antemano que, cuando empieces a cantar las verdades del barquero, te van a atacar aludiendo a temas personales con el objetivo de amedrentarte y hundirte. Algo a lo que, al menos por ahora, no ha cedido el periodista y presentador de Granjero busca esposa.

Sabedor de que quizás estaba ante su último día, en su aparición de ayer, el conductor televisivo, tras recibir palos, menosprecios e insultos por parte de alguno de los presentes, quiso jugársela y revelar a la audiencia lo que nadie cuenta de lo que sucede tras las bambalinas, en los pasillos de Telecinco, y que no iba a dejar nada bien a ninguno de los tertulianos de este espacio.

Lozano revela las indignas intimidades de Sálvame

En sus propias palabras, a diferencia de lo que ocurría con él, que había sido puesto allí por los de arriba pensando que podría hacer un buen papel, otros iban "mendigando renovaciones" sabedores de que lejos de Sálvame hace mucho frío y de que sus necesidades económicas van ligadas a no perder su puesto de trabajo.

Recordando que en su caso no tenía ningún miedo de no ser renovado ya que se iría a hacer otras cosas, subrayaba que ellos no podían decir lo mismo ya que tras ver cómo se arrastraban por ciertos pasillos y despachos se veía obligado a contarlo y que todo el mundo conociera la 'cara B' de los valerosos colaboradores de Sálvame. Si no estaba condenado por los tertulianos, ya lo está para siempre.