Partamos de un hecho que pocos pueden llegar a cuestionar. A cada uno le gusta lo que le gusta y nadie es quien para tratar de sonsacar información personal de otra persona si esta quiere que su intimidad forme parte de su privacidad más absoluta.

No obstante, no es menos cierto que, cuando como le sucede al comentarista televisivo Kiko Hernández, te dedicas a hablar constantemente de la vida del resto revelando asuntos de lo más íntimo, resulte cuanto menos contradictorio que te aferres tanto a tu derecho a que lo que es únicamente tuyo permanezca siéndolo sin que nadie -como haces tú- lo pueda llegar a sacar.

En otro plano distinto al que fuera concursante de Gran Hermano, pero no tan lejos de él, encontramos a Toñi Moreno, reina de los fines de semana de Telecinco como presentadora de Viva la Vida, un magacín vespertino en el que, ahora ya prácticamente medio programa se lo come la actualidad del corazón.

En ella se trata y ahonda en los asuntos más privados de muchos famosos a los que, a menudo, se les conmina a sacar a relucir pasajes que solo ellos y sus parejas o ex parejas conocen. Todos entendemos que es el trabajo de los periodistas sonsacarles y nadie lo critica. No obstante, acuden cobrando a los platós y saben a qué se exponen.

Sin embargo, si alguien osa a hacer lo propio con ellos, en tanto que son personajes públicos sobre los que la gente desea saber más, algunos hasta las intimidades de su alcoba, la cosa ya cambia y su tono y su rostro también.

Por ejemplo, eso le sucede a Toñi Moreno cuando alguien trata de revelar cuál es la orientación sexual de esta. Algo que nunca se ha sabido y que sigue estando en la oscuridad más absoluta. La ausencia de conocimiento sobre alguna relación en estos momentos con un hombre o una mujer han provocado cierto interés en su propia audiencia y esta, que siempre ha hecho gala de no contar ni un milímetro de nada que tenga que ver con su vida, no se da cuenta de que está alimentando la rumorología.

La estrategia de Toñi Moreno

De hecho, este juego al gato y al ratón, no queriendo decir si prefiere esto o aquello, o las dos cosas o ninguna, está levantando una polvareda que le ha llevado a tener que enfrentarse a la pregunta que más teme en medios tan serios como el diario El Español. Allí tildaba de "ilegal" preguntar a alguien sobre su orientación sexual.

Detrás de este juego del escondite se esconde un miedo terrible a convertirse en la comidilla de otros programas de la cadena, cuando no de pasto de los paparazzis. Lo que le hagan a los famosos sobre los que hablamos en mi programa que no me lo hagan a mí.