Máxima tensión la sufrida en las horas previas a la emisión del último programa de Sálvame de esta semana por parte de la dirección y producción del espacio de corazón decano de la televisión española.
A diferencia de lo que ha venido sucediendo en la última década de emisión de este programa, en la que todo ha salido perfecto con los asistentes a la performance en directo que de lunes a viernes se produce en el formato más rosa de la televisión patria, lo que sucedía en las últimas horas es ya historia del programa.
En lugar de llegar con la antelación suficiente con la que lo hacen todos los asistentes como público a Sálvame, estos no llegaban conforme se acercaba la hora de empezar.
Las noticias que llegaban desde el autobús que los tenía que dejar en los estudios de la cadena de Fuencarral eran las peores posibles: Los problemas se encadenaban.
Y es que el temporal de nieve que viene azotando toda la geografía española provocaba distintos accidentes en las carreteras del país generando atascos tremendos, desvíos imposibles por carreteras secundarias y retrasos de horas sin que nadie tuviese la culpa, más que aquellos que tenía que prever lo que podía pasar.
Pues bien, el bus que llevaba al público invitado para la tarde del viernes en Sálvame desde Almería se quedó atrapado por culpa de la nieve. A pesar de salir desde la ciudad andaluza hasta la capital de España a las 6 de la mañana, sabedores de que el viaje era largo, había que hacer varias paradas y el tiempo impediría el cumplimiento de los tiempos habituales, todo se torcía.
Susto con los problemas de los asistentes a Sálvame
La nieve comenzaba a arreciar a partir de Despeñaperros y desde el automóvil se informaba a la productora de que no llegarían al inicio del programa. Esperaban hacerlo a mitad del mismo. La dirección, tras conocer la noticia, en pánico al no conocer si les había pasado algo, se tranquilizaba en parte.
Les tocaba empezar el programa por primera vez sin público. Eso sí, lo más importante, la salud de los asistentes, estaba intacta.
Con este panorama empezó un espacio desangelado que a más de uno dejó perplejo al otro lado de la pantalla. Por suerte, Jorge Javier supo cómo calentar el frío plató y empezó a echar manos de chascarrillos y de su habitual buen humor para convertir la caótica situación que se estaba viviendo en Sálvame en un teatrillo. Finalmente, estos lograron llegar y disfrutar de Sálvame. El susto había pasado.