Al principio de su carrera, el político Gabriel Rufián era un joven con ambición al que se le deparaba un buen porvenir. No por nada consiguió llegar al puesto de portavoz de Esquerra Republicana de Cataluña dentro del Congreso de los Diputados. Sin embargo los tiempos cambian y a día de hoy, hemos visto una situación más que convulsa dados los últimas zascas de los separatistas.

En medio de toda la polémica provocada por la independencia, Rufián saca a relucir su peor lado y en Telecinco no se pueden creer tan vil espectáculo.

A Rufián se le ha hecho costumbre abusar de su personaje

A día de hoy, si por algo conocemos a Rufián es por esa costumbre de estar al tanto de los Trending Topics en Twitter, no precisamente para bien. Las redes sociales se han convertido en su mejor arma para dar de qué hablar en el Congreso, compartiendo chorradas a diestra y siniestra.

El pasado 15 de noviembre, durante la última junta en el Congreso de los Diputados, el político hizo de las suyas al plantarse enfrente del ministro Zoido para hacerle una cuestión. Pero no se trataba tan solo de hacerle una pregunta. Ante las cámaras, mostró unas esposas como las usaba la policía, antes de salir repleto de indignación.

Ana Rosa arremetió contra su ridículo afán de protagonismo

Ya para la transmisión de "El Programa de Ana Rosa" de la mañana del siguiente día, podíamos a ver a una conductora bastante descolocada y molesta por su performance. Ella lo tiene muy claro: está cansada de ese papel de "Jesucristo Independentista" que a Rufián le ha dado por interpretar ante los medios, y encima con trucos de exhibicionismo incluidos.

La periodista afirmó que al político le fascinaban los cacharritos, viendo que no se tomaba con seriedad como debería el asunto. "Va igual que esos exhibicionistas de gabardina, la abre y siempre algo aparece", protestó, pues todavía faltaba saber un detalle que era el colmo.

Las esposas que Rufián mostró ante el ministro, ni siquiera eran las que la policía portaba reglamentariamente.

Se trataba de un juguete sexual, de esos que cualquiera podía conseguir en una tienda fetichista. Como si la situación no fuera ya lo suficientemente bizarra.

Esto ha sido lo que terminó de indignar a Ana Rosa y sin duda también a cientos de usuarios en las redes sociales, que deben estar también hartos de las acciones, por llamarlo de alguna manera, de Rufián en el Congreso. El aludido no ha manifestado nada más.