Stanley Kubrick es uno de los directores más importantes de la historia del Cine, cuya aportación al lenguaje visual es única, quizás solo comparable a la contribución de Orson Welles. Sin embargo, todos los genios tienen su ocaso y a mi modo de ver comienza con "El Resplandor".
Kubrick venía de encadenar tres auténticas obras maestras de la historia del cine: "2001: Odisea del espacio", "La naranja mecánica" y "Barry Lyndon". Bien es cierto que entre las tres se tomó su tiempo. De la primera a la segunda fueron tres años (incluyendo otros cuatro para prepararla) y de la segunda a la tercera fueron cuatro más, en los que el director decidió que no quería luces artificiales y se atrevió a hacerlo con iluminación natural y con velas, ya que al estar ambientada en el siglo XVIII, tenía la ambición de que se contemplara como los cuadros de aquella época.
Toda una maravilla.
Ante tales antecedentes, y además de tomarse cinco años desde su último largometraje, las expectativas estaban en todo lo alto. Cuando se supo que Kubrick iba a adaptar a Stephen King, pareció un reto extraño pero interesante ya que el cineasta nunca había trabajado el género de terror. Había un precedente de adaptaciones del autor que era "Carrie" de Brian De Palma, película muy sensacionalista pero perfecta para el universo de su autor. No se sabía como iba a encajar entonces algo así para un director tan sobrio como el neoyorkino.
Cuando salió, hubo disparidad de criterios, como el propio Steven Spielberg a quién no le gustó inicialmente para luego defenderla a capa y espada, pero la verdad es que fue un rotundo éxito por muchos motivos.
Treinta y siete años después habría que revisar muchas cosas para ver si el tiempo hace justicia a la fama que tiene.
Fue innovadora en muchos aspectos, empezando (como no) por su realización. Fue casi pionera a la hora de filmar con un soporte de cámara muy innovador para la época llamado "steadycam" que permite seguir mediante un complicado dispositivo portado en el cuerpo del operador, el movimiento humano a la hora de caminar, sin que la cámara pegue bandazos ni haga movimientos bruscos.
Y digo casi pionera porque ya se había utilizado cuatro años antes en "Rocky" en la secuencia que Sylvester Stallone sube corriendo por los escalones. Esta técnica se puede ver en El Resplandor principalmente en las carreras que Danny, el niño protagonista se efectúa a bordo de su triciclo por los pasillos del hotel Overlook.
Tremendamente inquietantes sin duda, hasta cuando le hace cruzarse con las gemelas casi siamesas que causan un gran impacto visual y emocional. El propio Kubrick convenció al niño de que estaban rodando una comedia para no alterar su infancia.
La realización visual está fuera de toda duda, y el ambiente que consigue es único, pero fuera de esto no hay grandes virtudes que hicieran crecer más a Stanley como director. Es decir, la historia no daba más de si. El problema reside en eso, que después de magníficas adaptaciones de libros como las que he mencionado antes, hacerlo con Stephen King, sin desmerecer su trabajo era bajar mucho el nivel, porque no pasa de la típica historia de casa encantada que va poseyendo al protagonista sin ninguna profundidad más allá de esto.
El propio autor tuvo una gran polémica con Kubrick ya que consideró que su visión del libro se alejaba totalmente de lo que quiso contar inicialmente. Comparados libro y largometraje creo que no hay color en favor del segundo, a pesar de que creo que hay una gran sobrevaloración en torno a este. Y me explico.
Está tan bien dirigida, tan bien insertada la música de Bela Bartok interpretada por Wendy Carlos fabricando una grandísima desazón, que al final de la película la expectativa creada es tan enorme, que se viene todo abajo por el pobre argumento y la más paupérrima resolución. A parte de los tópicos del género como cuando el malo, un Jack Nicholson bastante pasado de rosca, persigue al niño con un hacha mientras grita, o cuando Shelley Duvall también bastante sobreactuada aunque sin el talento de Jack obviamente, se sobresalta al leer lo que está escribiendo su marido en la máquina de escribir.
Lo de el doblaje en España es para echar de comer aparte, Kubrick era amigo de Carlos Saura y este solía dirigir los doblajes de sus películas en nuestro país desde "La naranja mecánica". Por esta labor había recibido elogios. Sin embargo, si alguien recuerda las voces españolas de esta película le entrará una mezcla de indignación e hilaridad ya que van desacompasadas, a destiempo, fuera del dramatismo original y alguna bastante reconocible como la de Verónica Forqué, que hace que salgamos aún más de la acción. Si ya es necesario ver películas en su versión original, en este caso es absolutamente obligatorio. Claro está que la película no tiene culpa de esta circunstancia.
También habría que reconocerle en cuanto a sus méritos, la creación de ese subgénero que es el terror psicológico, que es lo que salva un poco a un film que va haciendo aguas desde el principio hasta que al final termina por naufragar completamente.
Después de esta, Kubrick hace la también sobrevalorada "La chaqueta metálica" siete años después, para terminar su carrera, once años tras esta última con su obra póstuma "Eyes Wide Shut" con la que recupera su buen hacer en parte.
En la efemérides de su estreno, conviene recordar que comparado a lo que vino luego, la película gana bastantes enteros, pero no siempre tiempos pasados fueron mejores.