Los investigadores estarían muy cerca de confirmar que la enfermedad del Cáncer se podría prevenir, incluso, antes del momento del nacimiento del individuo. A pesar que no han encontrado evidencias claras sobre cuáles serían los factores de riesgo, se está investigando cuál es el origen de los tumores durante la etapa del embrión y fetal. Ambas etapas están ganando cada vez más peso en las investigaciones llevadas a cabo por médicos y por parte de investigadores de medio mundo.

Los padres de los niños con cáncer suelen culpabilizarse de la enfermedad de los pequeños

La realidad es triste. Cada años, solo en España, entre 1.000 y 1.500 menores de edades comprendidas entre los 0 y los 14 años, son diagnosticados de esta terrible enfermedad, el cáncer. Y los padres se hacen siempre las mismas preguntas: ¿Por qué le ha tocado a mi hijo? ¿Qué hemos hecho para que le haya afectado? Siempre florece un sentimiento de culpa, aunque los padres no tienen ningún tipo de culpabilidad. La idea que podrían haber evitado la enfermedad es muy habitual cuando reciben el terrible diagnóstico.

Por todo ello, la sociedad anhela la respuesta ante las preguntas sobre cómo evitar esta dura enfermedad en la infancia y las consecuencias que tendrá a lo largo de su vida.

A pesar de los grandes conocimientos actuales, aún no se conocen las causas concretas del desarrollo del cáncer en la infancia, aunque está demostrado que existe una predisposición genética o en relación con determinadas enfermedades.

Pero los investigadores tienen claro que hay que estudiar cuáles son las verdaderas causas y hay corrientes que defienden la idea de prevenir la enfermedad antes del nacimiento, o sea, cuando el feto esté en desarrollo.

El desarrollo del embrión es la etapa más importante de la vida.

Desde los años 90 se investiga la relación del cáncer con la etapa embrionaria

En ese momento es cuando tiene lugar la división de las células, en más ocasiones, y en el que la madre se encarga de proteger al feto. Cuando tiene lugar el desarrollo del embrión, cada una de las células acaba generando nuevas células.

Si solo una está dañada, el problema se multiplicará y este persistirá. Por eso, este tipo de impactos son mucho mayores en los fetos que en las mujeres.

Desde la década de los años 90, los efectos que se producen dentro de la fase embrionaria se estudian en la programación intrauterina y se conoce como la hipótesis de Barker, que se descubrió durante el estudio de enfermedades del metabolismo como puede ser la diabetes. Se descubrió que las progenitoras que tenían problemas metabólicos poseían una alta posibilidad de que sus hijos desarrollasen problemas años después. Este campo está siendo el centro de numerosos estudios.

Por ejemplo, en el año 2009 se descubrió la relación entre el mencionado proceso embrionario y la velocidad con la que se produce el envejecimiento.

Ahora la pregunta estaría en si la alimentación de la madre afecta al feto, antes de su concepción, incluso. El equipo de la Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital La Fe de Valencia no tienen duda sobre ello: el estilo de vida por parte de la madre va a condicionar la maduración que se realice de los ovocitos, que se ha iniciado durante el desarrollo embrionario dentro de la madre y que, antes de tener lugar el proceso de fecundación, ha llegado a su última maduración. Incluso, los cambios provocados por toxinas y pesticidas como puede ser el DDT persisten durante varias generaciones y está demostrado que pueden alterar la expresión propia de los genes.

La mayor parte de los casos de cáncer infantil se debe a alteraciones de tipo espontáneo cuyo origen es natural y los científicos vuelcan sus esfuerzos en descubrir las causas de estas alteraciones.