Combinar medicamentos antidepresivos con alcohol puede desembocar unos efectos en el organismo mucho peores de los que nos podríamos imaginar. A pesar de que los médicos y los prospectos dejan muy claro que no se puede consumir alcohol si se está en tratamiento con fármacos antidepresivos, muchas personas se preguntan la razón de esta prohibición.

No hay que olvidar que es contraproducente mezclarlos

En el caso de los antidepresivos y del alcohol, habría que tener en cuenta que estas sustancias psicoactivas podrían llevar a provocar daños graves en el organismo. Pero, también, que ambas son dos sustancias que han ganado mucho protagonismo en nuestra sociedad: cada vez hay más personas que están en tratamiento por depresión que cometen el error de consumir alcohol. Por esa razón, es muy importante recordar cuáles son las consecuencias de mezclar estos dos tipos de sustancias.

Cuando hablamos de alcohol, estamos refiriéndonos al alcohol etílico que se encuentra en muchas bebidas como son la cerveza, los licores, el vino o en las conocidas como “bebidas espirituosas” y que tienen características psicoactivas.

El alcohol actúa en el organismo de una manera muy determinada: tiene efectos depresivos en el sistema nervioso central del individuo. Algunos de los efectos más importantes en los casos de consumo muy elevado son desinhibición que se combina con euforia, sensación de mareos, somnolencia. También e reducen los reflejos o los movimientos se vuelven más lentos.

El alcohol puede afectar a los mismos receptores que varios de estos medicamentos psicotrópicos, lo que provoca que sus efectos sean muy similares. Un ejemplo de un medicamento que tiene unos efectos muy semejantes a los del alcohol es el de las benzodiacepinas.

Esto implica que si se consume una mezcla de antidepresivos con alcohol se potencian los efectos anteriormente mencionados, de manera individual, de cada una de las susodichas sustancias.

La consecuencia que más daños puede provocar es una depresión en el sistema nervioso central, lo que provocará un aumento de los propios síntomas de la depresión, un aumento de los inhibidores o que haya más posibilidad de que la persona tenga comportamientos violentos o de una manera incontrolada.

Juntos potencian los efectos sobre el Sistema Nervioso Central

Si se consumen antidepresivos con alcohol, los efectos sedantes acabará siendo potenciado: reducción del estado de alerta natural; se incrementa la somnolencia; se reduce la capacidad de coordinación y de control de los propios movimientos; las habilidades motoras se hacen más lentas y se reducen; los reflejos se hacen mas lentos y la capacidad de memoria se reduce.

También está demostrado que los efectos psicotrópicos se potencian por la misma capacidad de los antidepresivos, como pueden ser los IMAOs, al tener la capacidad de la inhibición de la metabolización del alcohol, que tiene lugar en el hígado. De esta manera, se potencian sus efectos en el Sistema Nervioso Central. Igualmente, las alteraciones en el ciclo del sueño aumenta si se consumen ambas sustancias.