En pleno siglo XXI, es muy común, y muy preocupante, ver personas que no están nada satisfechas con sus vidas: se sienten vacías, incompletas, desdichadas y llegan al punto de hacer las cosas por inercia, sin preguntarse si disfrutan o son conscientes de lo que hacen.

Lo más triste de todo esto es que muchas veces intentamos llenar estos vacíos y sensaciones desoladoras con cosas materiales y creemos que mientras más tengamos más felices somos, pero esto es una gran falacia. La alegría momentánea que pueden darnos ciertos objetos no puede sustituir la felicidad real que deberíamos sentir cada día.

Entonces, ¿qué estamos haciendo mal?

¿Qué se necesita para ser feliz?

Primero que nada debemos entender que el dinero no da la felicidad. Gracias a esta idea, muchas personas son infelices: muchos intentan cumplir con ciertos parámetros sociales establecidos por películas y la televisión que nos hacen creen que si tenemos una familia de ensueño, una casa, un auto y un teléfono de última generación seremos realmente felices y esto, además de ser mentira, solo nos distrae lo de lo que realmente importa: nosotros y lo que queremos hacer.

Es necesario que nos escuchemos a nosotros mismos y que seamos honestos: debemos identificar qué queremos en verdad y una vez hecho eso, debemos enfocarnos en la forma de alcanzar nuestro deseo, dejando de lado la opinión de los demás y los objetivos creados por terceros.

Recuerda, no debemos explicaciones a nadie, solo a nosotros y a nuestra conciencia. No podemos vivir cumpliendo las expectativas de otros.

Por otra parte, es necesario que reconozcas el esfuerzo que realizas cada día y que aprecies las metas que alcanzas, sean grandes o pequeñas. Es importante dejar de lado la modestia y estar orgulloso de lo que logras, evitando siempre las comparaciones con otros: recuerda que las circunstancias y situaciones de cada persona son distintas y es imposible medir las metas.

¿Qué debes hacer?

Es importantísimo aceptarse y quererse tal y como se es. Aprecia tus imperfecciones porque ellas te hacen ser tú. Cuida de ti, hazte cariño, no es necesario maquillarse ni usar ropa de marca, lo importante es que cada vez que te mires al espejo, te guste lo que ves y no quieras cambiar nada.

Hay que buscar la felicidad en ti, no en el exterior.

Sin importar cuáles sean tus circunstancias, siéntete feliz con lo que eres y haces y si no te gusta algo, cámbialo. Si no te agrada tu empleo, busca otro, pero no dejes que tu contexto externo defina tu nivel de felicidad.

Cumple tus sueños, celebra tus logros, trabaja en pro de tus deseos, agradece lo que tiene y lucha por lo que te hace falta y nunca dejes de sonreír. A final de cuentas, solo nos tenemos a nosotros mismos y la vida es muy corta para perderla haciendo cosas que nos desagradan y que no contribuyen a nuestra felicidad. Por eso, levántate y aprecia los pequeños detalles que ofrece la vida y verás que hay 1000 motivos para ser feliz hoy, mañana y siempre.