Mucho se ha hablado sobre esta cuestión y a tenor de la infinidad de estudios realizados hasta la fecha, podemos afirmar que la comunidad científica está claramente dividida. ¿Qué hay de mito y qué de verdad sobre la utilización recurrente de los desodorantes o antitranspirantes y el desarrollo del cáncer de mama? Veámoslo.
Parabenos y sales de aluminio
Las investigaciones no han podido demostrar que los Parabenos, las sales de aluminio y sus derivados, sustancias todas ellas habituales en los productos cosméticos y de higiene personal, sean cancerígenos ni mutagénicos (que causan mutaciones en el ADN).
Sin embargo, un reciente estudio realizado por la OCU y el prestigioso Environment Working Group ha determinado el componente disruptor endocrino de ambos químicos. Esto significa que son capaces de alterar el comportamiento de las hormonas sexuales y coadyuvar así en el desarrollo de tumores. Para que lo entiendas mejor, no los generan pero sí los facilitan.
En este sentido, existe unanimidad sobre la toxicidad de los parabenos y las sales de aluminio, ya que el organismo no puede eliminarlos y al quedar acumulados conviene restringir su uso. De hecho, los parabenos de cadena larga están prohibidos desde el año 2014.
También conviene señalar que el porcentaje de alumnio que penetra en la piel es mínimo, apenas alcanza el 0,012 %.
¿Qué dicen los estudios?
Uno de los más destacados es el realizado entre el 1930 y el 1940 por la doctora Philippa Darbre. Sus ensayos estimaron en un 30 % los cánceres mamarios iniciados en las axilas. En la actualidad, la cifra asciende al 60 %. Se sospecha que al bloquear la transpiración se acumulan toxinas en los ganfglios linfáticos de las axilas.
Sin embargo, no existen estudios sistemáticos que demuestren su relación causa-efecto.
El Instituto Nacional del Cáncer desarrolló durante el año 2002 y 2003 sendos estudios sobre los desodorantes o antitranspirantes y el cáncer de seno. En 2002 no se estableció relación científica directa, mientras que al año siguiente quedó contrastado que las mujeres que habían padecido cáncer de mama tenían la costumbre de afeitarse las axilas con asiduidad.
En 2004 la doctora Aliza llevó a cabo otro estudio, que fue publicado en la revista científica Vida y Salud. En dicho ensayo se analizaron 20 muestras de tejido cancerígeno y en 18 de ellas se detectó la presencia de parabenos.
Obesidad y alcohol
Si sigues tan confuso como al principio, te diré que existe un clamor en la comunidad médica sobre la incidencia directa del sobrepeso-obesidad, el sedentarismo y el abuso del alcohol como factores de riesgo determinantes del cáncer de mama.
Son numerosos los estudios que evidencian la alteración que las células del tejido adiposo causan en las hormonas sexuales promoviendo la aparición del cáncer, especialmente en las mujeres postmenopaúsicas. Sobre este punto existe uninimidad científica sobre su nocividad y vinculación con el cáncer en general.
Aunque cada vez se sabe más sobre sus mutaciones y patrones de comportamiento, la autoexploración, las revisiones periódicas con el/la ginecólog@ y un estilo de vida activo son los hábitos más saludables y recomendables que podemos implementar.