¿Te sientes en la "obligación" de ser feliz? Alentado por la publicidad y los medios de comunicación la tiranía de la felicidad parece haberse instalado en nuestras vidas, más si cabe ante la proximidad de fechas señaladas como las navidades o el día de San Valentín.

Sin embargo, ¿qué determina que seas el más feliz de tu entorno con unas condiciones de vida similares a las de tus familiares o amigos o que, por el contrario, vivas frustrado? Veamos qué dicen los expertos.

Un estado emocional escurridizo

La comunidad psicológica parece compartir que los mensajes que vamos recibiendo sobre ansiar una vida perfecta, llena de bienes materiales, belleza y éxito está en las antípodas de la verdadera felicidad.

Muy al contrario de lo que nos han enseñado, la felicidad conecta con nuestras demandas internas y no con los placeres hedonistas del cuerpo o con la ambición de acumular ascensos, posesiones y halagos.

Se trata, más bien, de un estado psicológico, elevado eso sí, más que de un estado fisiológico que, además, requiere un proceso previo de autoconocimento sobre cuáles son nuestras verdaderas inquietudes y metas en la vida. La felicidad depende de tu actitud ante la vida, de lo que has vivido y de las enseñanzas que has conseguido digerir incluso de las experiencias más negativas.

Si persigues objetivos externos a ti, más alineados con lo que socialmente se espera de ti, con el comportamiento socialmente asumido como exitoso o con los méritos estandarizados como fuente de felicidad te estarás alejando de tu verdadero yo y te adentrarás en una vorágine de frustración.

Y, ¿qué pasa con la frustración?

La búsqueda de lo inmediato, sin reparar en que el éxito demanda la reiteración de infinidad de ensayos-error compromete nuestra reflexión sobre el carácter excepcional de las victorias . Por tanto, si te obsesionan los logros y deseas rebajar esa permanente frustración te propongo una serie de ejercicios que te servirán para entrenar tu aptitud de tolerancia al fracaso.

¿Preparado?

No son pocos los psicólogos que recomiendan que provoquemos o creamos situaciones que pongan a prueba nuestra tendencia natural a la evitación de lo molesto y del dolor físico. Te pongo 2 ejemplos:

  • 1. La próxima vez que acudas al supermercado y hagas la compra prueba a colocarte no en la cola más corta, oblígate a esperar más de lo que te apetecería.
  • 2. Comienza a exponerte a lo poco apetecible en tu día a día: dúchate con agua más fría, ponte una pequeña goma en el calzado, oblígate a comer lo que no te gusta... Cualquier cosa con tal de ejercitar tu tolerancia a lo desagradable.

Aunque todo esto te parezca absurdo, si lo llevas a cabo observarás que en poco tiempo estarás acostumbrado y aceptarás las negativas con mejor disposición.

No en vano, la frustración forma parte de nuestra maduración psicológica y aceptar lo que somos y lo que nos ocurre nos ayuda a ser más felices.

No lograr tus objetivos hoy no te impide alcanzarlos mañana. Escúchate y, sobre todo, quiérete. Al fin y al cabo, felicidad y frustración son las dos caras de la misma moneda. ¿Has elegido en qué lado quieres permanecer?