Llorar implica mostrarnos vulnerables al manifestar públicamente nuestras emociones. Por ello, los prejuicios sociales y culturales pueden llevarnos a reprimir las lágrimas, algo que no beneficia en absoluto a nuestra salud física y mental. Te cuento por qué.
Llorar desprende toxinas y tensiones
¿Crees que las lágrimas que derramamos por una mota de polvo o por una mala noticia son iguales? La respuesta es un rotundo no. Su composición difiere, y mucho: la lágrima psíquica contiene más proteínas y hormonas que, a su vez, ejercen una saludable relajación sobre el organismo.
Al llorar como consecuencia de una emoción, da igual cuál, segregas 2 tipos de hormonas, opiáceos y oxitocina, que neutralizan el dolor y te ayudan a eliminar las toxinas acumuladas por el estrés.
Desde un punto de vista puramente físico, el llanto provoca que el ritmo cardíaco se acelere, las venas y arterias se dilaten, la respiración se ralentice y que sudes más, expulsando así impurezas.
Las mujeres lloramos más
Se estima que durante la edad fértil la mujer llora 4 veces más que el hombre. La prolactina y la falta de ovulación durante la gestación son las responsables. Las madres jóvenes lactantes son las que más lloran para pasar a hacerlo en menor medida que los hombres una vez superados los 40 años.
Para el psiquiatra John Bowlby, el llanto es fundamental para posibilitar un adecuado vínculo entre el niño y la madre. Algo con lo que Charles Darwin discreparía, ya que para el padre del evolucionismo todas las lágrimas persiguen únicamente limpiar y proteger el ojo de los agentes externos.
¿Por qué lloramos?
Para responder a esta pregunta antes debemos aclarar que existen 3 tipos de lágrimas:
- Las basales. Su propósito es mantener lubricado el ojo y libre de residuos. La lisozima de las lágrimas es capaz de destruir bacterias y gérmenes, salvaguardando la visión frente a las amenazas.
- Las reflejas, surgen como respuesta a la irritación que sentimos, por ejemplo, por la cercanía de una cebolla o de gases lacrimógenos.
- Las psíquicas, nacen como forma de comunicación no verbal, por la búsqueda de consuelo o como respuesta a un amplio abanico de emociones.
Se sabe que al llorar liberamos manganeso y, por ello, nos sentimos más relajados después del llanto.
Retener grandes cantidades de manganeso está asociado a la irritabilidad, la ansiedad y la fatiga. Aunque las lágrimas psíquicas son tremendamente interesantes, los científicos todavía desconocen la razón por la que somos los únicos seres vivos que respondemos llorando a las emociones.
Para algunos psicólogos es una manera de rebajar la agresividad del contrario y para otros es una manera de comportarnos, sobre todo en niños o ancianos, cuando nos sentimos abrumados y no podemos hablar. Sea como fuere, llorar mejora nuestro estado de ánimo, nos hace replantear nuestros puntos de vista y nos debería ayudar a conocernos mejor.