El ajo negro debe su color al proceso de fermentación al que es sometido, en coexistencia con el agua de mar, durante unos 60-90 días. Al finalizar este periodo de tiempo el ajo se oscurece, su valor nutricional se enriquece y su textura y sabor se suavizan. Para algunos su sabor recuerda a la mora confitada y su consistencia es tan blanda que puedes untarlo fácilmente sobre una rebanada de pan.
Sin embargo, lo más sorprendente es que a las propiedades ya conocidas del ajo fresco relativas a la prevención de la diabetes, la hipertensión y la hipercolesterolemia se le añade la correspondiente a la prevención del cáncer, hasta tal punto que el Instituto Nacional del Cáncer norteamericano lo sitúa a la cabeza de los 48 alimentos etiquetados como inhibidores del cáncer.
Un alimento todo-terreno
Son numerosos los estudios que señalan un mayor contenido en aminoácidos y oligoelementos esenciales para el correcto funcionamiento del organismo en el ajo negro en comparación con el fresco. Concretamente, el ajo negro posee 18 de los 20 aminoácidos y los 8 esenciales. 2,5 veces más aminoácidos que el ajo fresco. Entre ellos, destaca la licina, que junto a la alicína, la serína y el zinc hacen del ajo negro un potente recurso para fortalecer el sistema inmunológico, previendo resfriados o como aliado de las personas convalecientes.
Así mismo, el ajo negro multiplica por 10 las propiedades antioxidantes del ajo fresco y es 2.000 veces más efectivo que la vitamina E contrarrestando el daño producido por los radicales libres.
Esto es debido a su mayor composición (39 veces superior al del ajo fresco) en polifenoles, indispensables en la oxidación del colesterol, la generación de oxígeno activo y en la prevención de la esclerosis arterial.
¿Qué comparte con el ajo fresco?
La facultad del ajo fresco para proteger el hígado, estimular la actividad de la próstata y atenuar la fatiga se mantienen en el caso del ajo fermentado, resultando adecuado para revitalizar la fuerza física en estados carencias como la anemia.
El ajo reduce la presión arterial, es diurético, antiséptico, antibacteriano, digestivo y regula el nivel de azúcar y de grasas en sangre. Por este motivo, suele ser habitulamente recomendado por los médicos como parte del tratamiento en personas con problemas coronarios.
Los componentes azufrados del ajo negro resultan terapéuticos para nuestra piel, cartílagos y tendones.
Ahora ya lo sabes, si deseas aprovechar los múltiples beneficios del ajo debes consumirlo a diario por las mañanas, y a ser posible en ayunas para potenciar su efecto. Tomarlo antes de dormir no es buena idea, ya que su poder estimulante puede provocarte insomnio. De hecho, el ajo negro es un ingrediente habitual en la dieta de los deportistas por su inmediato aporte de energía.