Pese a la cautela que merece, el compromiso adquirido por la Organización Mundial de la Salud de someter a lo largo de 2018 a una evaluación científica el valor medicinal del cannabis y sus derivados ha sido acogido con gran expectación por los investigadores y pacientes tratados con cannabinoides.

Y es que la decisión clausura un período de 82 años, desde su prohibición, caracterizado por las restricciones y los controles rigurosos para investigar o recetar cannabinoides a afectados por epilepsia, cáncer, fibromialgia o artrosis, entre otros muchos.

Cannabis, la droga no legalizada más popular del planeta

¿Sabes que en el año 1961 la ONU clasificó al cannabis como drogra altamente adictiva y peligrosa, alineada con la heroína o la cocaína? En estas décadas, pese a las dificultades, son cientos de millones en el mundo las personas tratadas con cannabis inhalado o administrado tópicamente mediante cremas o aceites y con excelentes resultados.

Además de la constatación de que resulta menos dañino para el organismo que el alcohol, otra droga sí legalizada, los enfermos con dolor crónico articular o muscular, epilépticos, pacientes de cáncer tratados con radioterapia o quimioterapia, insomnes, depresivos o afectados por cuadros de ansiedad manifiestan un evidente alivio del dolor, de las náuseas o de los pensamientos autodestructivos.

Además, su consumo moderado y siempre pautado por un médico genera una agradable relajación que se traduce en una mejoría de la calidad del sueño y en un mayor equilibrio mental recobrando la calidad de vida, algo mermada en este colectivo.

¿En qué consistirá esta revisión?

Un comité compuesto por expertos en farmacología, bioquímica o toxicología, entre otras especialidades, cotejará las evidencias científicas del valor terapéutico del cannabis.

Esta "pre-revisión", como la han denominado, en caso de ser superada dará paso a una segunda fase de "revisión crítica" que podría motivar la relajación de las actuales restricciones tanto para su investigación como para su prescripción medicinal. En consecuencia, en el medio-largo plazo podría degenerar en una reclasificación y salir de la lista de estupefacientes más peligrosos.

Para preparar el terreno, a finales del pasado año la organización independiente DrugScience en colaboracíon con el Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas presentó un informe recopliatorio ante la Organización Mundial de la Salud.

¿Podemos afirmar sin riesgo a equivocarnos que la insistencia de eminencias como David Nutt, profesor de neuropsicofarmacología del Imperial College de Londres ha surtido efecto? Cada vez resta menos para que salgamos de dudas.