Ya sabíamos que los probióticos que contienen algunos yogures enriquecidos con Bifidobacterium son muy recomendables para aquellos que padecen digestiones pesadas, hinchazón abdominal o estreñimiento.

¿Lactobacilos para la piel?

Estos microorganismos favorecen el equilibrio de la flora bacteriana mitigando todos estos molestos síntomas y contribuyendo, en consecuencia, a fortalecer el sistema inmunológico.

Sin embargo, enseñas tan reconocidas en el mundo del cuidado de la piel como L´Oréal Paris o Clinique llevan algunos años investigando en torno a la incidencia de los probióticos en el envejecimiento y la sublimación del embellecimiento de la piel.

Las conclusiones evidencian que las lociones, cremas o mascarillas probióticas logran una mayor humectación, regulan el tono, eliminan la fatiga, difuminan las líneas de expresión y estimulan la producción del colágeno para lucir una piel más tersa y joven.

El acné y la rosácea también mejoran

De acuerdo con los estudios llevados a cabo por la Academia Americana de Dermatología afecciones cutáneas tan comunes como el acné, la dermatitis atópica o la rosácea se ven igualmente neutralizadas gracias a la acción de los probióticos. Sus propiedades antimicrobianas y antiinflamatorias crean una barrera protectora frente a los parásitos responsables de las pápulas y la hinchazón, sin olvidar su capacidad para contener los rayos ultravioleta y las manchas provocadas por una exposición prolongada al sol.

El estrés y una dieta baja en fibras acaban generando fugas en los intestinos que permiten el paso de las toxinas a la sangre. Una vez en el torrente sanguíneo, estas toxinas causan inflamación y la piel se muestra apagada, descolgada, con comedones y rojeces.

Somos un todo

No es una exageración afirmar que aquello que daña nuestros intestinos causará un perjuicio directo en nuestra piel.

Esta interrelación ha sido analizada y refutada en numerosos estudios que señalan la urgencia de dejar de lado las dietas basadas en alimentos procesados, grasas saturadas y azúcares. Además de no nutrir nuestras células dilapidan el ecosistema bacteriano intestinal que vela por la salud de nuestra piel.

El dicho de "somos lo que comemos" cobra un especial interés si lo que deseamos es preservar el buen estado de nuestro órgano más vulnerable.

Y es que, tal y como practica la medicina funcional, somos un sistema interconectado que debemos mimar de forma integral.

Por tanto, a la vista de los beneficiosos efectos de los probióticos sobre el llamado eje intestinos-cerebro-piel, la tendencia en la oferta de productos, especialmente, para el cuidado del rostro radica en la incorporación de estos cultivos vivos. ¿Te animas a probarlos?