Un cartel que pone hola. El dibujo de una cara triste, otro de una cara alegre. En orden, y siempre en imágenes, las actividades a realizar: ponerse los cordones de los zapatos, comerse un bocadillo, jugar a la pelota, salir a la calle. Se trata de algunos de los elementos cotidianos de los que se ayudan las familias de niños con autismo. El Trastorno del Espectro Autista (TEA) no es una enfermedad, tal y como hacen hincapié los profesionales sanitarios que los tratan.

El autismo, que es más común que la sordera y el Síndrome de Down, se estima que se desarrolla en uno de cada cien niños edad escolar.

"Las personas con Trastorno Autista no están enfermas, y no se puede detectar antes del nacimiento. Es un trastorno del desarrollo que acompaña a la persona desde el nacimiento hasta la vejez; y se manifiesta entre los 18 y los 20 meses. Sienten e interpretan la vida de forma diferente a la nuestra, ni peor ni mejor, solo diferente", explica la psicóloga Cristina Tierra, que dirige un centro de Atención Temprana en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia).

No mira cuando le llaman por su nombre; no utiliza los juguetes de forma correcta; no habla o utiliza las palabras de forma repetitiva; no apunta con su dedito cuando quiere algo, y no entiende lo que los demás le dicen.

Estas son algunas de las características de los niños con TEA y uno de los objetivos de sus familiares es concienciar sobre su situación. Por eso, cada 2 de abril se conmemora en todo el mundo el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo. Esta iniciativa fue declarada por la Asamblea General de la ONU con el fin de poner de relieve la necesidad de ayudar a mejorar las condiciones de vida de los niños y adultos que sufren este trastorno, pero también de sus familias.

La psicóloga Cristina Tierra, que es española aunque lleva casi dos años en Bolivia, explica que los inicios fueron difíciles pues apenas existen conocimientos sobre los TEA en este país. Sin embargo, primero desde otro centro y ahora desde el suyo propio, están realizando terapias con los niños, que ayuden a su desarrollo, pero también con sus familias, de las que destaca que son "un pilar fundamental".

Causas desconocidas

Hasta el momento, las causas del Autismo son desconocidas, por lo que cualquier persona tiene las mismas probabilidades de tener un miembro en su familia con este trastorno. Se incrementan por múltiples factores, tanto genéticos como ambientales, aunque se desconoce qué lo determina.

Una de las situaciones que más preocupa a las familias es cómo será la situación de sus hijos cuando estos lleguen a la edad adulta. Se calcula que más del 80% de los adultos con autismo están desempleados, pese a que muchas investigaciones ponen de manifiesto que existen capacidades que abundan entre las personas con trastornos del espectro autista, como es "una mayor competencia en el patrón de reconocimiento y en el razonamiento lógico, así como, una mayor atención al detalle".

Sin embargo, según han estipulado en frecuentes estudios de las Naciones Unidas, existen muchas trabas para lograr "desencadenar este potencial", lo que provoca "una escasez de formación profesional, un apoyo insuficiente a la inserción laboral y una discriminación generalizada".