Ayer se disputó la final de la Copa del Rey que enfrentaba al Barcelona y al Sevilla. Un partido que presumía ser muy igualado, pero que los azulgranas solventaron con gran facilidad tras vencer por cinco a cero a los andaluces. Durante la final, las autoridades políticas cumplieron con su cometido acudiendo al partido. Los directivos de ambos equipos acudieron al partido, además de algunos políticos como algunos ministros del Ejecutivo de Mariano Rajoy. Sin embargo, este año los mandatarios independentistas no quisieron disfrutar del encuentro en el palco de autoridades que la Real Federación Española de Fútbol preparó para ellos.

Los recientes acontecimientos entre el Gobierno y Cataluña han supuesto la aplicación del artículo 155, algo con lo que los independentistas difieren y que es el motivo principal por el que no ha habido representación catalana en el Wanda Metropolitano.

Los momentos previos al partido

El de ayer fue calificado como el partido más seguro y controlado de la historia del fútbol español. La Policía Nacional, el cuerpo de seguridad encargado de organizar el dispositivo de la final, preparó una estrategia dividida en cuatro partes que aseguraron todo el perímetro cercano al estadio. La primera parte consistía en trasladar a las aficiones, de forma segura, desde la fan zone hasta la entrada del estadio.

Una vez en el campo, llegó la parte más tediosa para la Policía Nacional, ya que los agentes tenían la orden de requisar todo el material de los aficionados que transmitiera un mensaje de carácter político. Los fans del Barcelona tuvieron que depositar todo tipo de material con mensajes independentistas: camisetas, banderas, mochilas, bufandas...

todo ello fue arrojado a un contenedor que la policía custodiaba en la entrada del Wanda Metropolitano. Con esto se consiguió que no hubiera ningún mensaje político durante el transcurso del encuentro, además de en momentos claves como el himno de España o el alzamiento del trofeo.

Los pitos en la final de Copa del Rey

Pero el momento esperado por todos llegó en el momento en el que sonó el himno de España.

Los altavoces comenzaron a sonar y, con ellos, una sonora pitada, aunque en esta ocasión silenciada por los cánticos de los aficionados del Sevilla y por banderas de España (incluso en el sector del conjunto barcelonista). El Rey, como cada año, mantuvo el tipo con la elegancia que lo caracteriza aunque el debate sobre la legalidad de los pitos siempre está presente cada vez que el Barcelona disputa este tipo de partidos.

La pitada podría ser un delito

A pesar de que últimamente supimos que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos no considera que quemar un retrato del Rey sea un delito, ya que lo considera libertad de expresión, las pitadas masivas contra él y el himno nacional está considerado por la Fiscalía como un delito de injurias a la Corona y de ultraje a nuestro país.

Ejemplos de estos casos son la final de Copa del Rey del pasado año 2015 en el cual se determinó que los independentistas organizaron un plan premeditado y preconcebido para tratar de ofender a Felipe VI.

Con todo, el partido de ayer sí se recuerda como uno de los más pacíficos entre ambas aficiones. Después de que la afición del Sevilla y del Barcelona compartiera los momentos previos al partido con un gran respeto, toda la prensa coincide en que no hubo ningún momento de tensión a destacar. La retirada de los símbolos independentistas a la entrada al campo fue la clave para que el encuentro se politizara lo menos posible. Y así fue, ya que la pitada se recuerda como una de las menos sonoras de hace muchos años.