El 1978 se constituyó como un año exitoso para España: tras la muerte del "Generalísimo", el país desamparó un prolongado régimen dictatorial, surgido de una guerra civil para trascender a una estructuración jurídico-política que se basó a la escisión de ésta en 17 entidades territoriales administrativas -las denominadas Comunidades autónomas-. No obstante, la Transición democrática que inauguró la Constitución española de 1978 acarreó el surgimiento de movimientos alternativos y competidores al nacionalismo español que se contraponían al establecimiento de un Estado liberal-burgués de corte occidental. Así, a los finales del siglo XX, la emersión del nacionalismo vasco y catalán y poco más tarde del gallego demostraron la "frágil nacionalización española", puesto que representaron un tipo de reacción contra la extensión burocrática centralista y la eliminación de particularismos jurídicos y en ocasiones culturales e identitarios.
Dicho de otro modo, el fenómeno de la "contraexperiencia española" representó una oposición anticentralista, antimadrileña e antiliberal de comunidades con distinta lengua, cultura y tradición frente al autoritarismo político y al tradicionalismo ideológico franquista que inspiraron la instauración del sistema de las comunidades. Como resultado, fue ostensible desde entonces que España es un "nación de naciones", que tendría que encontrar un equilibrio en las discrepancias vigentes entre la "tierra del Quijote" y las naciones "subyugadas".
Los dotes de las novias y la crisis económica
Al principio, el sistema de las comunidades funcionó bien y estrenó una época de auge económica para ambos lados.
Por un lado, las autonomías pagan cada año sus impuestos al gobierno central y por otro lado el Parlamento español vota el presupuesto de las autonomías (educación, salud, obras públicas) junto con el presupuesto general del Estado, asignándoles fondos de carácter contributivo y proviéndoles con dotes-motivos económicos para su desarrollo económico.
Las autonomías son responsables por la administración de los mencionados fondos, que se destinan al favorecimiento de sus necesidades sin la intervención de Madrid, mientras que poseen un propio gobierno local con Parlamento local y en dos casos (Cataluña, Países Vascos) una Policía local y el derecho de legislar en todo lo concerniente a asuntos locales, bajo la condición de que respetarán la Constitución.
Ahora bien, el Senado que fue creado con el propósito de coordinar las autonomías, para que cualquiera tensión entre ellas se vea limitada por su naturaleza competitiva, no alcanzó apaciguar el sentimiento de superioridad de algunas de las "novias" que son beneficiadas por su posición geográfica sobre otras, al mismo tiempo que las comunidades de Galicia, los Países Vascos y Cataluña son representadas por gobiernos nacionalistas que expresan la "supremacía cultural" de sus gloriosa historia.
Al final, la ruptura del sistema de las comunidades llegó con la crisis económica y los recortes que los gobiernos de Zapatero y Rajoy llevaron a cabo a los dotes de las novias, cuando ellos vieron el endeudamiento de España crecer sin límites.
Peor, después de la crisis empezaron los controles del manejo de los dotes por las "novias", que tuvieron que justificar los gastos que realizaron a lo largo de los años. Y ahí se abrió la caja de Pandora; escándalos, malversaciones, cuentas en destinos paraísos y lavado de dinero en Andorra fueron unos ejemplos de la mala gestión de los dotes por las "hijas españolas".
Llegando al final de este recorrido, usted piensa que en el sistema actual del capitalismo liberal ¿la ideología es la que da formación a una nación? ¿o simplemente el dinero?. Y si las cosas son así ¿usted cree que el referéndum del "1 - O" se llevaría a cabo sin el ejercicio de controles y recortes?
Sea la que sea su respuesta, lo seguro es que las novia seguirán peleando entre ellas sobre quién recibe más dinero de la familia y que todos los miembros de la mesa familiar se encontrarán taciturnos por la crisis que aplastó su presupuesto familiar.