Ayer se reunieron en Roma los máximos representantes de los 27 estados miembros de la UE, en honor a los 60 años del inicio de lo que hoy conocemos como la Unión Europea. La creación de la Comunidad Económica Europea en el año 1957, sentó las bases del libre comercio entre los países miembros que por aquel entonces eran Francia, Alemania Occidental, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo. Curiosamente, los líderes europeos han firmado con la misma pluma con la que se rubricó el acuerdo el 25 de marzo de 1957.
La idea de unificar los estados europeos es y ha sido excelente.
Para los que hemos nacido en democracia, nos resulta inconcebible pensar en una guerra entre países de nuestro entorno. Sin embargo, la historia nos dice que nunca antes habíamos disfrutado de una época de paz tan longeva en nuestro territorio y gran culpa de ello, la tiene la Unión Europea. No sólo en lo más primordial ha servido para mejorar nuestra vida, también ha permitido que el comercio se extienda, se creen más empresas, avances en la cooperación política, mejoras en el ámbito social y la libre circulación de personas. Pero a pesar de ello, el mundo ha cambiado. Nuestras preocupaciones no son las mismas que la de nuestros abuelos y está claro que de eso no se enteran los 27 que ayer estaban reunidos en Roma.
A nadie le preocupa la posibilidad de un posible estallido bélico entre Alemania y Francia, por suerte, lo que a lo largo de la historia ha sido una constante, ahora se prevé como imposible.
Sin embargo, la política migratoria que se ha estado aplicando durante décadas sí que parece preocupar a la población, prueba de ello, es el auge de partidos antieuropeos, cuyo mayor reclamo es su abierto rechazo a permitir la entrada de ciudadanos europeos sin ningún tipo de traba.
Quizás fue una buena idea incluir, en el Acta Única Europea de 1986, que cualquier ciudadano con pasaporte europeo pudiera circular libremente por los países miembros. Ahora, casos como los terroristas que aniquilaron a 130 personas en París, han demostrado la ineficacia de este sistema. Los terroristas que atentaron en París en el año 2015, viajaron de Bélgica a Francia más de tres veces sin pasar por ningún control fronterizo.
Uno de los autores (Salah Abdeslam), pudo volver a Bruselas sin ningún problema tras participar en el atentado más salvaje que se recuerda y una vez detenido, declaró que no sólo se había paseado con su pasaporte belga por Francia, también por otros países de la Unión Europea.
Quizás la soberbia propia de los actuales políticos, les impide admitir que esta UE ha fracasado y debe reinventarse. No se puede seguir construyendo este proyecto exclusivamente desde el ámbito económico olvidando el ámbito social. Como último ejemplo tenemos la posible adhesión de Turquía a la UE (respaldada por Alemania y no hace mucho, también por Francia), la cual permitiría obtener a corto plazo un aumento del PIB y mayor recaudación, pero su coste a largo plazo sería catastrófico. Por ello, no se puede obviar que la población siempre antepondrá su seguridad a su libertad, porque sin lo primero es imposible alcanzar lo segundo.