Amenazas a la prensa, violación de los Derechos Humanos, misoginia, inmigración o la construcción del muro en la frontera de México son algunos de los temas que se han convertido en portada de los medios de comunicación de Estados Unidos y del mundo. Las políticas anunciadas por el nuevo inquilino de la Casa Blanca han tenido su respuesta gráfica en medios tan representativos como la revista Time que plasmó la cara derretida del líder americano o el semanario aleán Der Spiegel que mostró al presidente estadounidense decapitando a la Estatua de la Libertad.

La repercusión mediática de las políticas de Donald Trump, sin embargo, por primera vez en la historia de Estados Unidos ha tendio una respuesta de la Casa Blanca que, entre otros agravíos, a los periodistas se ha saldado con dejar a medios tan relevantes como la CNN o The New York Times sin poder acudir a un acto en la Casa Blanca.

Trump, además, considera "deshonestos" a los medios de comunicación que no comulgan con sus políticas y, en este sentido, no duda en expresarlo en público o vetar su presencia en actos como ocurrió con los medios antes citados que no pudieron asistir al encuentro con el portavoz presidencial, Sean Spicer, aunque la versión oficial para impedir el acceso de los periodistas fue que los reporteros vetados no habían confirmado asistencia.

La mala relación con la prensa de Trump se ha hecho extensiva, incluso, a uno de los actos sociales más significativos como la tradicional cena anual del presidente de los Estados Unidos con la Asociación de Periodistas de la Casa Blanca a la que el presidente no asistió.

Moral frágil

“Los personajes totalitarios desde el punto de vista sociológico como define el poder Max Weber”, indica el sociólogo, Ingo von Sundahl, imponen “su voluntad en contra de la voluntad de los demás”; Así, según indica, en relación a “los estigmas totalitarios todos se parecen porque trabajan con un sistema de fuerza o una estructura opresiva del Estado”.

A juicio del sociólogo, en el contexto actual no se reproduce ese patrón “ni en las sociedades democráticas, ni por supuesto en los Estados Unidos”.

Por otra parte, el psicológo, Daniel Rodrigo, comenta que igual que Donald Trump hay políticos europeos que han "sabido seducir a la gente común" sintiéndolos "próximos y conectando con el inconsciente particular de esa colectividad, cosa que han rentabilizado ampliamente".

Rodrigo, cita acomo ejemplo al que fue presidente de Italia, Silvio Berlusconi, quién durante su mandato mostró una particular personalidad que conectaba con las masas.

El psicólogo señala que los colectivos sociales "pasan épocas" en que se ven más sensibles a personalidades políticas con este perfil porque hay "momentos que la moral está más frágil y la gente tiene la sensación de estar más abandonada de lo normal por sus políticos". En este sentido, apunta que "la globalización arrolla y necesitan recuperar la confianza" y añade que por esa razón conectan con "alguién que les haga un poco de ilusionismo aunque en el fondo sepan que no hay mucho margen en el sistema", indica.