El crecimiento notable de la desigualdad, la decadencia de algunas naciones, las malas gestiones de diversos gobiernos, pero también las múltiples injusticias que se han cometido en muchos países del mundo en el que vivimos... Son algunas de las causas que han fomentado el auge del populismo, a raíz de ser una forma distinta de hacer política, que ha sabido conectar mejor con los problemas del día a día de los ciudadanos del siglo XXI. Únicamente así se puede se entender la evolución de formaciones políticas que captan votantes diferentes y de ideologías tanto de la izquierda como de la derecha.

Sin embargo, un factor que se pasa bastante por alto analizando y enmarcando esta tendencia hacia las políticas populistas, es el verdadero rol que juegan cada uno de estos partidos políticos en la sociedad, porque pese a que mantienen algunas coincidencias en ideas y propuestas que quieren hacer llegar a las instituciones y organismos públicos, es también importante valorar y ser conscientes que son diferentes en todo lo que hacen y quieren hacer, porque hay aspectos clave en los cuales tienen disimuladas o descaradas discrepancias a la hora de tratar o enfocar uno o varios temas, incluso aquellos que pueden considerarse de una misma corriente o afinidad ideológica, ya que por ejemplo unas formaciones concretas reclaman abiertamente la unidad respectiva de sus países a través del patriotismo, pero luego tenemos otros que predican y quieren más bien todo lo contrario, como pueden por ejemplo los partidos separatistas que promueven la independencia de regiones como son Cataluña o el País Vasco, y también el caso famoso caso de Escocia, donde los independentistas además perdieron en un refenréndum, que se pudo realizar porque el sistema político británico lo permitía y por esa razón fue legal y autorizado por el propio David Cameron.

Aunque aquí no terminan las desemejanzas que existen entre las formaciones que han sido denominadas populistas, porque luego tenemos partidos que se asocian a este gran grupo, y que son de izquierdas, y que por esa razón optan por soluciones menos ensalzadoras de nacionalismo, pero que en algunos casos nos recuerdan al comunismo o que simplemente pasan por ceder algunas obligaciones de los políticos a los ciudadanos, mediante referéndums o otro tipo de procesos participativos.

Por lo tanto, es una realidad incuestionable que las formaciones políticas populistas están a día de hoy mucho más representadas en países de Europa o en Estados Unidos, la primera potencia del planeta, mediante la corriente populista de Donald Trump. Pero el colectivo de personas y partidos que han sido actualmente llamados populistas, ya tenían una cierto impacto previo en la mayoría de situaciones en esas naciones donde han triunfado, no obstante, no les había llegado un momento tan favorable como el que nos encontramos en la actualidad para que partidos de este calado pudieran llevar a termino sus proyectos, sus propuestas y sobre todo su retórica, que suele ser más sagaz y está totalmente relacionada con los programas electorales de estos actores.

Sin embargo, esto hecho no podría haberse producido sin el contexto vigente y el pasado reciente, porque los numerosos problemas políticos, sociales, económicos que afectan tanto de manera directa como indirecta a los ciudadanos han formado en este caldo de cultivo, que ha provocado que otras fuerzas políticas hayan se conviertan en una nueva esperanza para millones de ciudadanos del mundo entero.